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El Telégrafo
José Gonzalo Bonilla

Ser vegano o no ser

05 de febrero de 2020

Ser vegano o no ser, esa es la cuestión hoy en día. El animalismo pasó a ocupar un lugar privilegiado en la nueva ética de los millennials. Perros, gatos, hámsteres y otros animales reemplazan a los hijos. Ensaladas o “carnes de soja” reemplazan a un buen bife de chorizo. Una chamarra de plástico reemplaza a la de cuero... Pero el veganismo, hoy por hoy, no es solo una opción de vida y de alimentación, es una filosofía y práctica políticas que encubren nuevas formas de totalitarismo.

En su libro Rebelión en la Granja, George Orwell sostenía que… “Todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros…”. En la fábula, un grupo de animales expulsaba a los humanos. La sátira tenía su referente en la crítica al régimen totalitario de José Stalin. Me pregunto si hoy, nuevamente, los animales, que no piensan como los otros animales no humanos, deben ser expulsados de la granja social.

Se ha llegado a hablar de “animales no humanos”; así Tom Regan, filósofo norteamericano, defiende la necesidad de crear la Declaración de Derechos Animales. La defensa de los animales y su corolario del animalismo ha devenido en una nueva forma de pensar el mundo. El movimiento, sin embargo, no resuelve algunas paradojas: Son críticos del capitalismo, pero el mismo sistema capitalista saca réditos económicos. Tyson Foods, la industria cárnica más grande de EE.UU., compró acciones en la productora más grande de imitaciones de carne. Bill Gates invirtió cerca de $ 100 millones en ella.

Se declaran pacifistas, pero atacan con violencia granjas avícolas o porcinas; arremeten contra restaurantes o supermercados donde se expenden productos cárnicos, o rompen los vidrios de escaparates de exhibición de artículos de cuero. Están contra el consumismo, pero todos los días esperan ávidos los nuevos productos y servicios ofertados en los supermercados. Entran en la espiral sin fin del consumo compulsivo. (O)

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