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El Telégrafo

Vaticano y gobierno mundial

20 de noviembre de 2011

Ante la crisis económica mundial, la Iglesia católica condena el neoliberalismo, la “idolatría del mercado”, a los países agrupados en los G20 y G7 y demás organismos no democráticos que nos gobiernan internacionalmente, y llama a
formar un gobierno universal que controle la economía (http://www.romerepords.com). Este documento ha provocado encontradas reacciones.

Paralelamente al pronunciamiento del Vaticano, han circulado unos mails, incluidos los del Tribunal Internacional de Crímenes de la Iglesia y el Estado, que recuerdan el contradictorio comportamiento de la Iglesia católica en su historia: la Inquisición en el Medioevo, las muertes en nombre de Dios durante la conquista española en América, las persecuciones a los científicos y al conocimiento renacentista e ilustrado, el silencio ante los problemas mundiales de hambre y guerra, el ocultamiento de la pederastia de sus prelados, su apego a las dictaduras latinoamericanas y a Hitler, su oposición al uso del condón que ha ocasionado aumento del sida, oposición a todo tipo de anticonceptivos, las acusaciones de tráfico de niños en Cuba, etc. La Iglesia, en pleno siglo XXI, aboga por la supeditación
de la ciencia a la fe, cuestiona el relativismo de la ciencia y dice no al evolucionismo.

Se dice que resulta curioso este manifiesto de la misma Iglesia católica, la cual tiene grandes intereses económicos y financieros alrededor del mundo, es propietaria de enormes extensiones de tierras, mantiene un banco privado e inversiones en la bolsa, no paga impuestos sobre sus riquezas cuantiosas, auspicia que sus arzobispos europeos perciban sueldos de 101 mil euros al año y, como institución, ha estado siempre junto a los poderes políticos y económicos.

Las protestas de Australia y Alemania en contra del Vaticano y del Papa, el rechazo de los “indignados” españoles a que se una la Iglesia a sus protestas, la solicitud de desbautizos en el planeta, las más de 400 demandas contra religiosos en varios países, provocan que los feligreses disminuyan o busquen respuestas en otras religiones y sectas. En algunos países europeos, del 70% de adeptos a la Iglesia católica registrados en el 2000, ahora han bajado al 10%.

El movimiento secular ha lanzado sus reparos al documento del Vaticano, aduciendo que su posición es oportunista; sospecha que en el “nuevo orden económico mundial” que plantea la Iglesia, ella misma tendrá un puesto privilegiado que le permita cuidar y reproducir sus “enseñanzas”. Es difícil creerle, dicen, porque la Iglesia católica no ha renunciado aún a privilegio alguno.

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