Parecería que los valores, si bien son sólidos, son derivados de la naturaleza humana. Hay que cultivarlos para que sean parte de nuestra contextura. Las virtudes vendrían a ser, ya la práctica de esos valores, en lo específico, en el comportamiento que tenemos.
Y si bien a veces se habla de las virtudes, como términos que tienen que ver con el ámbito de lo religioso, como las llamadas virtudes teologales: fe, esperanza y caridad, podemos extrapolar estos conceptos, sacarlos de una dimensión religiosa dentro de la que podrían darse discusiones, para pasar a una práctica que beneficie la convivencia y que nos haga mejores personas, sintiendo que la solidaridad, el respeto a los otros, la responsabilidad, la empatía, son parte de nuestra vida diaria.
Alguien decía que sería bueno transformar a los valores en virtudes, para volver en una práctica a lo que a veces se entiende como entelequias. Por lo que aparecería que las virtudes son algo más tangibles, más factibles de alcanzar.
En estos tiempos en los que avanzamos tan vertiginosamente en los ámbitos de la ciencia, la tecnología, la innovación, cuando se ha descifrado el mapa genético humano, usamos los más modernos medios de comunicación, que además varían con los días, la inteligencia artificial hace muchas de las cosas que antes hacíamos los seres humanos, al igual que los robots. Pero por otro lado, se dice que “el hombre continúa siendo lobo del hombre”.
El mundo de la ciencia avanza de manera vertiginosa, pero el de las bajas pasiones, el de la desigualdad, de la corrupción, irrumpe con más fuerza y lo trastoca todo. Sentimos que es necesario que nunca aplicar las virtudes al mundo de las relaciones que son indispensables y que nos dan la verdadera dimensión humana.
Por ello he titulado a este artículo como “valores y virtudes”, para llamar la atención de nuestros lectores hacia esos espacios que rebasan la ciencia, que le dan un sentido a la vida. Que no se debe dimensionar solo por el cuanto tengo, sino más bien por el cuanto conozco, cuanto bien hago, cuanta preocupación me inspiran los demás, incluido nuestro planeta en una especie de nueva lectura de lo que la cívica y los valore comportan.