Uno de los mejores legados que puede dejar el presidente Lenín Moreno es la reunificación del país desde los valores que nos identifican y la diversidad de visiones que, sin embargo, nos unen como nación. Eso implica una fuerte estrategia comunicacional y política que ayude a superar la división de criterios y los prejuicios que se alimentaron tras la protesta de octubre.
Es urgente y el mensaje debe ser potente, pues la etapa de campaña electoral que viene polarizará discursos y antagonismos. Es clave la participación de los involucrados en la protesta como las organizaciones indígenas, la academia, sectores productivos, la sociedad civil organizada en trabajadores, mujeres, organizaciones no gubernamentales, jóvenes, etc.; gobiernos seccionales y actores culturales.
Hay que escuchar propuestas y fortalecer los valores en común. En situaciones de crisis es que superamos diferencias. Sucedió en el terremoto de 2016. De experiencias así los ecuatorianos sacamos la templanza y entereza para actuar unidos. Y lo de octubre es una lección para fomentar: solidaridad, trabajo en equipo, hermandad, esfuerzo conjunto.
El objetivo debe ser un Ecuador de igualdad de oportunidades orientadas a lo posible y realizable en el mediano plazo en lo Económico: equidad tributaria, fomento productivo sostenible; Desarrollo: potencial turístico, agroexportación, innovación tecnológica propia, servicios de calidad; Ambiente: zonas de explotación amigables, servicios ambientales y patrimoniales, fomento a la investigación científica; Cultura: exportar nuestra identidad cultural y hacerla rentable, innovación creativa de calidad.
Son pocas ideas, pero lo importante es que de la crisis saquemos oportunidades y exprimamos las cosas que nos hacen fuertes y nos unen. Es urgente superar las divisiones y ese debe ser su reto, nuestro reto. (O)