En la guerra, como en toda catástrofe, el sentido común llama a la solidaridad. Pero hay quienes no entienden nada del amor a los demás. En medio de la invasión rusa a Ucrania a partir del 24 de febrero, sorprende ver cómo algunos, en redes sociales, son incapaces de contener sus palabras para no banalizar el dolor y la muerte.
Winston Churchill decía que un fanático es aquel que no puede cambiar de opinión y no quiere cambiar de tema. Hay que hacer énfasis en lo segundo. Hoy el tema central debería ser la desgracia humana que trajo la guerra, pero algunos insisten en mantener su discurso monotemático, cualquiera sea el que les corresponda, utilizando como excusa la tragedia ajena.
Algunos, por ejemplo, en pleno combate no quieren dejar de hablar de la ineficacia de las vacunas o de lo que llaman dictadura sanitaria. Un usuario de Twitter, en tono burlón se preguntaba si en la guerra mantendrán las restricciones de movilización para quienes intentan escapar del conflicto bélico. Otro destacaba la insensatez de la decisión de la Marina de los Estados Unidos de dar de baja a 118 soldados por negarse a recibir la vacuna.
Algunos cibernautas, en cambio, no han podido dejar de hablar de la hipocresía del feminismo, a propósito de la decisión de Ucrania de no dejar salir del país a los hombres de entre 18 y 60 años para que defiendan al país. Estos usuarios de redes decían con sarcasmo que las feministas, convenientemente, no han pedido una cuota de género para que las mujeres también tomen las armas en Ucrania y defiendan a los civiles.
Ciertos ciudadanos no pueden dejar de hablar de la gestión del Gobierno ecuatoriano en medio de esta crisis. Es decir, no pueden dejar a un lado sus afiliaciones, sus riñas políticas, o el intento de desprestigiar al Canciller. El mismo expresidente, Rafael Correa, le envió un tuit a Juan Carlos Holguín reclamando el hecho de que no haya viajado a Varsovia en el avión presidencial Falcon para salvar a los ecuatorianos. El mensaje tenía una clara intención de que la gente percibiera al Canciller como inoperante. Esto, ignorando deliberadamente cosas obvias como que el avión presidencial tiene una capacidad para 14 personas. Ignorando malintencionadamente también la enorme gestión que ha hecho el Canciller para lograr que los ecuatorianos puedan pasar a Hungría y Polonia sin visa Schengen, acceder a pasaportes de emergencia gratuitos, coordinar un vuelo humanitario para traer de regreso a los compatriotas en un Airbus A 340 con capacidad para 350 personas, y un sinnúmero de acciones que Holguín y su equipo han llevado a cabo para rescatar a los ecuatorianos en Ucrania.
Al analizar la guerra actual ¿acaso los enfoques importantes son la eficacia de las vacunas, el patriarcado o el gobierno de turno? Algunos no están dispuestos a abandonar sus credos y obsesiones cuando el discurso actual debería estar centrado en la ayuda humanitaria que se puede brindar y en la compasión hacia quienes están sufriendo el horror de la guerra.
A aquellos que, por fanáticos, no son capaces de cambiar de opinión o de tema, deberíamos pedirles como mínimo acto de empatía, que, en esta guerra, por lo menos comprendan el valor del silencio.