La realización de una reforma agraria integral tiene en Ecuador un valioso aliado que lleva más de 20 años investigando sobre dinámica agraria, ley de tierras, agroindustria, soberanía alimentaria y además tiene a su haber publicaciones imprescindibles. Me refiero al Sistema de Investigación de la Problemática Agraria (SIPAE), corporación académica a la que pertenecen desde universidades hasta organizaciones agrícolas. Su enfoque es el buen vivir en el campo, los derechos de las familias campesinas, de los trabajadores rurales y de la naturaleza. Uno de sus más recientes logros fue haber preparado un anteproyecto de Ley de Tierras sometido al Legislador y la organización, en la Universidad Andina, del seminario Hacia una ley de agroindustria y empleo agrícola, que invitaba a reflexionar ¿Agroindustria y soberanía alimentaria?
Resumo cinco de sus conclusiones principales que interesarán a la opinión pública, si sale de su letargo en cuanto a este tema fundamental.
1.- La agricultura familiar, campesina, de orientación agroecológica, genera mucho más empleo, asegurando el derecho a la alimentación y la recuperación de la soberanía alimentaria, que consiste en producir alimentos para la vida, no simples mercancías para enriquecimiento de pocos.
2.- Si se toma en serio el debate sobre la función social y ambiental de la tierra, como lo propone la Constitución, la agricultura campesina tendría una clara prioridad.
3.- La tendencia a favor de la agroindustria cobró fuerza con las reformas neoliberales y la Ley de Desarrollo Agrario de 1994, proletarizando al campesino, en muchos casos en condiciones abusivas, sin seguro social y sin condiciones humanas adecuadas.
4.- Cadenas monopólicas de comercialización de los productos desmantelan a las economías campesinas, pues campesinos aislados no pueden abastecer la demanda y exigencias de los grandes supermercados.
5.- El Gobierno se enfrenta al gran reto de realizar una política de soberanía alimentaria que contemple el acceso democrático a la tierra, al agua, a créditos y mercados para las familias campesinas.
En juego está la activación de la economía campesina amenazada por una agroindustria en expansión de lo que se aprovechan las trasnacionales adquiriendo más y más tierras. Por algo el multimillonario George Soros está “convencido de que la tierra agrícola va a ser una de las mejores inversiones de nuestros tiempos”. Es fundamental que esté en manos de quienes la trabajen para producir alimentos que aseguren ante todo la soberanía alimentaria.