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El Telégrafo
Xavier Guerrero Pérez

Valentía, consecuencia y nobleza

16 de septiembre de 2024

Recientemente una persona “del médio” (dícese de aquella persona que trabaja en algún medio de comunicación y que su vida es pública) compartió con sus seguidores a través de Instagram lo que vivió como padre, y su reacción. En resumidas cuentas, manifestó: ‘Iba en trayecto a la casa de mi ex esposa a visitar a mi hijo. Ella me llama y me informa que nuestro hijo se cayó de la escalera’. Horas después compartió un mensaje para su ex esposa: “Quiero pedirle disculpas públicas a la mamá de mi hijo por mi reacción y hacer lo que dije que nunca iba hacer (sic) echarle la culpa y portarme grosero y no hacer lo que siempre dije (sic) tratar de resolver el problema juntos como padres (…) pero la desesperación me ganó sabiendo que me pudo o puede pasar (sic) a mí como a ella (…)”.

Lo manifestado por el referido “padre de familia” define el comportamiento de muchas personas en este mundo. De hecho, y es lamentable decirlo, hoy resulta ser una cantidad importante de seres humanos -con una seria tendencia al público masculino- que son enceguecidos por la irracionalidad y la brutalidad, descendiendo una escalera de ira e impaciencia, donde los peldaños iniciales son la incomprensión, la antipatía, la intranquilidad y la desesperación, avanzando hacia la angustia, la agresividad, el agravio y la violencia en varias de sus formas, al menos la verbal. Él, con decencia y valentía, públicamente lo reconoce. Demuestra nobleza al avanzar hacia la enmienda. Actuó bien, y es lo socialmente deseable.

En lo que a mí respecta, y sin temor a ser lapidado digitalmente hablando, soy parte de aquellos quienes vencemos el miedo y “decimos presente” ante la señora conciencia que cuestiona si hemos actuado -en algún momento de la vida- de forma violenta con una o varias personas (particularmente, y gracias al buen Dios, llegué hasta la agresión verbal). Como justo complemento, debo esgrimir que soy una persona “en recuperación”; busqué acompañamiento psicológico y espiritual, leí y leo material de fondo, como parte de las herramientas para “dejar de estar roto”, y es una lucha de cada día. Al igual que lo narrado por nuestro “padre de familia”, supe que mi reiterada conducta no era ni pacífica ni civilizada cuando, ante la soledad y la reflexión, existió observación de que parte del círculo humano con el que interactuo estaba sufriendo.

Si eres “de la gallada” de la violencia, como persona “en recuperación”: evita perder a la gente que amas: busca ayuda.

 

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