No estoy de acuerdo con el recorte para la educación superior, pero me extraña que solo se proteste por el presupuesto y no se demande la transformación de la universidad, víctima de la ideología capitalista, neoliberal y neocolonizadora, que de manera consciente o inconsciente aplicaron, tanto gobiernos de izquierda como de derecha, impidiendo la formación de sujetos críticos.
Desde hace varios años se impuso progresivamente una tendencia instrumentalista, golpeando sobre todo a las ciencias sociales. Se impulsó la educación por competencias para adiestrar en el “saber hacer” automático, sin pensar. Al mismo tiempo se indujo a la estandarización obligando al uso de programas informáticos para elaborar los syllabus, a fin de limitar la libertad de cátedra y ejercer control de indicadores tecnocráticos cuantitativos. Salvo honrosas excepciones, las universidades quedaron en manos de un lumpen burocrático operativo disfrazado de academia. En las universidades de provincias, se abrieron verdaderas guerras para sacar a profesores a fin de liberar puestos, que debían ser llenados por la clientela, tras cumplir con el requisito del PhD. falso o verdadero, respondiendo a una neo industria legal e ilegal.
En la mayoría de universidades se hizo casi imposible ejercer la cátedra. Los profesores éramos obligados a usar la bibliografía de una biblioteca digital comprada, para cumplir con indicadores para la acreditación. En una de las cátedras que pude desarrollar, Historia intercultural del Arte, estaba casi impedida de usar un texto de Umberto Eco, porque no constaba en la biblioteca mediocre autorizada, y porque la obra tenía más de 5 años. -“Doctorita, usted está pasada de moda, esa publicación ya es caduca”. La neocolonización es evidente hasta en el uso de lenguajes ociosos. A los exámenes se los llama “reactivos” y preguntas deben ser cerradas.
Argumentando una modernización, el capitalismo, no solo el neoliberalismo, maniobró en Latinoamérica para cristalizar la educación instrumental y formar teletubbies tecnológicos para el mercado. En ese contexto, es oportuno señalar que la lucha no debe ser solo por dinero, sino sobre todo para liberar a la universidad ecuatoriana que orgánicamente está inconsciente. (O)