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El Telégrafo
Ximena Ortiz Crespo

Hacer una carrera

20 de junio de 2020

El ingreso a la universidad de los hijos se va volviendo una prioridad para los padres. Y cuando se discute la importancia de obtener una educación los mismos jóvenes mencionan la importancia social que tiene obtener un título universitario. Está comprobado que a mayor educación, mejores posibilidades de conseguir trabajo. Y de hecho, en cuanto al prestigio social, la adquisición de un título por parte de un individuo mejora el reconocimiento tiene en la consideración de los demás.

En una sociedad como la ecuatoriana donde hay tanta inequidad social, ir a la universidad es verdaderamente una tabla de salvación. Me lo dice mi alumna Karol quien manifiesta el cambio rotundo que experimentó al ingresar a la universidad. Ella dice que le cambió la vida. Para empezar, se sintió libre por primera vez. El tener una variedad grande de compañeros y compañeras le hizo sentir menos sui generis. Y le permitió también escoger a sus panas entre un espectro mucho mayor de individuos que el que tenía en el colegio.

Por otro lado, había escogido una carrera que le interesaba mucho y eso le permitía crecer. El haber decidido tan joven sobre el camino a seguir le causaba mucha tensión. Temía equivocarse. Pero ya una vez embarcada en los temas y asuntos de su profesión futura, podía ya imaginarse lo que significará ejercerla. Por otro lado, algunas materias le resultaban fascinantes y podía dedicarles tiempo e ilusión a conocer más profundamente su significado. En algunas, se sentía realizada plenamente. Deseaba saber más.

Karol considera que la universidad en donde se graduará este año, le permitió mejorar su autoestima y seguridad en sí misma. Al estudiar su licenciatura, desarrolló su pensamiento crítico, mejoró su forma de expresarse en las dichosas presentaciones, aumentó su léxico al escribir una infinidad de trabajos. Además, aprendió a trabajar en grupo, lo que le permitió ser flexible pero también exponer su punto de vista al mismo tiempo que medir sus propios talentos y destrezas. Todo ello le servirá en el momento de enfrentarse al mundo del trabajo.

Estudiar una carrera universitaria crea oportunidades de crecimiento, tanto personal como profesional. Se adquiere disciplina, se ejercita la creatividad, se aprende a enfrentar problemas, se madura y se adquiere mayor responsabilidad sobre una misma. Además, se aprende a hilar los pensamientos de forma lógica, a presentarse en público, a argumentar, a defender ideas. Todas estas habilidades resultan indispensables para lidiar con los retos y presiones de la vida. La sensación de que una, al estudiar, está haciendo algo en bien de sí misma es inigualable, además la adquisición de nuevos conocimientos te aporta seguridad y te abre un campo de miras mucho más amplio. Al fin y al cabo, estás alimentando tu cerebro.

De acuerdo con las conclusiones de estudios sobre los ingresos de personas que cuentan con un título universitario y los que no, los primeros llegan a ganar, en promedio, 70% más que los segundos. La posibilidad de ganarse el pan en buena lid permite que los jóvenes se vuelvan independientes, puedan labrarse su propia vida y no vivan a expensas de los demás.

Obtener un título universitario significa un mayor bienestar para el estudiante y su familia, permite luchar para conseguir seguridad y estabilidad laboral. Verdaderamente ir a la universidad es una inversión para el futuro. Posibilita crear redes de compañerismo e intercambio profesional. Cuando la Karol dice: “la universidad me cambió la vida”, lo dice bien.  Está hablando de la universidad pública. (O)

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