La trayectoria histórica de la universidad Latinoamericana pone en evidencia el imperativo académico e intelectual de contar con una institución de investigación avanzada que produzca pensamiento propio para profundizar y expandir los saberes de nuestra región.
Hace pocas semanas en el consejo de presidentes de la Comunidad Andina que se realizó en Lima, el presidente colombiano Gustavo Petro invitó a los países miembros de la Comunidad a expandir la Universidad Andina Simón Bolívar para que sea una institución de vanguardia en la región.
"Todos los países integrantes de esta Comunidad deberíamos enriquecerla, debería ser la universidad estrella dentro de América, en términos de profundidad de conocimiento de nuestra biodiversidad, de la tecnología, con los mejores profesores y profesoras posibles, fuertemente financiada", dijo el Mandatario a los asistentes al Consejo Presidencial.
Por esta razón, no dudó en afirmar que debe ser una "universidad de vanguardia", en la medida en que consideró: "No será posible el desarrollo si no nos convertimos en sociedades del conocimiento, y sociedades del conocimiento significan priorizar la inversión pública en el saber, en los saberes dentro de la sociedad, extendiéndolos a la totalidad de la sociedad".
Los desafíos de la mundialización nos ubican frente a fenómenos emergentes de cuyas respuestas depende en buena medida la prosperidad de las naciones y los pueblos en las próximas décadas. Se trata por esto de una necesidad de desarrollo, estabilidad y capacidad de intervenir con el conocimiento en los destinos compartidos de gran parte de América Latina. Requerimos de una universidad regional, que aporte desde una perspectiva histórica y cultural diferenciada al conocimiento mundial y que principalmente tenga la capacidad de generar saberes en beneficio de la sociedad de esta parte del mundo.
La Universidad Andina Simón Bolívar a la que se refirió el presidente colombiano debe ser la guía y la fuente de una nueva forma de hacer una universidad cercana a los orígenes diversos de nuestras culturas y de nuestras historias, que sepa colocar en sus principios las prioridades de las sociedades a las cuales pertenece como universidad pública, pues la emancipación de la sociedad en base del conocimiento es una necesidad que convoca a la nueva universidad del mundo y a las nuestras en particular.
La Universidad Andina Simón Bolívar de Ecuador desde hace ya treinta años ha caminado en el sendero de la búsqueda de la autonomía del conocimiento con el estudio de los problemas regionales. Es de esperar que todos los países andinos, por convocatoria del presiente Petro, escucharan el pedido oportuno e inteligente del mandatario colombiano para tener una universidad andina amplia e inteligente, que articule las necesidades regionales, nacionales, locales y que proponga programas académicos que reivindiquen los saberes territoriales, que critiquen la construcción del conocimiento de la ciencia hegemónica y que sea una respuesta clara en esa búsqueda incesante de la verdad y de la libertad del ser. ¡Manos a la obra pues!