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El Telégrafo

Una revolución sorprendente

02 de junio de 2011

La Revolución Alfarista fue una transformación en verdad sorprendente. Fue la última reforma liberal que triunfó en el continente, pero fue también el primer ensayo de revolución nacionalista que hubo en América Latina. Y ahí radica, precisamente, su sorprendente carácter político: en que ese tardío ensayo liberal llegó cargado de proyectos nacionalistas e ideas sociales, que eran una anticipación de las luchas y logros del siglo XX.

Mientras los liberales del común pensaban que los asuntos sociales eran “cuestiones de policía” y ni siquiera se planteaban los problemas étnicos como un tema político, Alfaro, desde la primera hora, empezó a interesarse por “la suerte tristísima de la raza primitiva y la crueldad con que generalmente se le trata”, disponiendo órdenes severas “para que el infeliz indio sea tratado como lo exigen los sentimientos humanitarios y se persiga y castigue a los que, abusando de su autoridad, los maltratan”. Y les concedió el beneficio del amparo de pobreza para asuntos judiciales y de policía.

Denunció también la opresión en que vivían los peones conciertos, a los que llamó “esclavos disimulados”, y llamó al Congreso a resolver este grave problema social.

Otro tanto ocurrió con la situación de marginalidad y opresión de las mujeres. Proclamó que “en todas las naciones verdaderamente civilizadas, viene dándose a la mujer una participación directa en los asuntos públicos, elevándole a sus propios ojos y suministrándole los medios necesarios de atender a su subsistencia por sus propios esfuerzos y con una honrada independencia”. En consecuencia dispuso que los cargos de la Administración de Correos fueran servidos por señoritas y luego abrió a las mujeres las puertas de las universidades “a fin de que puedan dedicarse al estudio de profesiones científicas” y buscó también proporcionarles “talleres adecuados para el aprendizaje de artes y oficios”.

En fin, buscando crear fuentes de trabajo, aplicó una sorprendente política económica proteccionista, encaminada a promover el desarrollo industrial del país y a proteger a los trabajadores nacionales.

Con razón, el ex presidente de Colombia Alfonso López Michelsen afirmó: “Fue un caso realmente excepcional en la América española el  que, años antes de la Revolución Mexicana, de la aparición de Alessandri en Chile o de Irigoyen en la Argentina, haya aparecido en este rincón de América, que es el Ecuador, un precursor de la talla de Eloy Alfaro”.

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