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El Telégrafo

Una nueva forma de concebir los patrimonios

28 de octubre de 2011

Precisamente el día de hoy, el Cementerio Patrimonial (desde 2003) de Guayaquil abre sus puertas también a los vivos. Para muchos resulta extraño, pero no lo es. Ya varios cementerios del mundo (París, Buenos Aires y, en menor escala, Tulcán) son también destinos turísticos. Visitar, por ejemplo, la tumba de Carlos Gardel o de Jim Morrison son parte importante de las rutas de numerosos turistas.  

El Cementerio Patrimonial de Guayaquil es un lugar que conjuga belleza escultórica, paisajística e histórica, pues la dedicación de escultores, nacionales e internacionales, para elaborar mausoleos, sarcófagos y tumbas familiares es digna de admiración. Poco a poco, el cementerio se fue poblando de personajes célebres; desde los próceres (Vicente Rocafuerte y José Joaquín de Olmedo) hasta presidentes (Eloy Alfaro y Jaime Roldós), escritores (Medardo Ángel Silva) y cantantes (Julio Jaramillo),
lo que lo convierte en un lugar obligado de visita. 

El Ministerio Coordinador de Patrimonio y el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural, en conjunto con la Junta de Beneficencia, han estructurado las denominadas “Rutas patrimoniales del cementerio”, que permitirán realizar visitas guiadas y eventos artísticos de distinta índole. Esta iniciativa responde a la nueva forma de concebir los patrimonios que se ha impulsado desde la gestión de la ministra María Fernanda Espinosa. Ya no es solo el edificio colonial, la iglesia o la “casa antigua”. No, ahora se reconoce la función del patrimonio como sustento del desarrollo social y económico del país. Y es enorme el potencial que tiene para constituirse en un elemento que fortalezca las identidades ciudadanas con sus entornos ambientales y culturales, en forma incluyente, solidaria y equitativa. Y todo esto con el fin último de generar mejores condiciones de vida y armonizar el desarrollo local con la conservación y recuperación de los patrimonios.

Esta propuesta permite que los espacios patrimoniales no sean lugares vacíos y fríos, sino abiertos y cálidos, ya que son los ciudadanos y ciudadanas quienes se apropian, los cuidan y protegen y, además, los disfrutan. 

Así, los patrimonios forman parte de un proceso de construcción de un nuevo modelo de desarrollo que nos permitirá finalmente alcanzar el Buen Vivir.

Los guayaquileños (y los ecuatorianos) tenemos un cementerio extraordinario,  lleno de historia, belleza y tradición, del que todos debemos sentirnos orgullosos.

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