Historias de la vida y del ajedrez
Una mujer anciana, terror de la Policía
12 de octubre de 2017En 1919 sucedió algo que, con el correr de los años, habría de preocupar mucho a la policía norteamericana: nació una niña llamada Frances Crowe. Hoy, noventa y ocho años después, los agentes que la capturaron por primera vez están muertos o jubilados, y los que quedan han perdido la cuenta de cuántas veces la han encarcelado.
Cuando escuchan su nombre, los oficiales que la conocen se toman la cabeza, refunfuñan y hacen todo lo posible para no encontrarse con ella, de tal forma que buscan a un policía novato para que vaya y la detenga.
Cuando uno habla con esta mujer de baja estatura, frágil en extremo, y le pregunta cuántas veces ha pagado cárcel, ella responde con una sonrisa que ilumina y a la vez humilla. Dice: “No las suficientes. No ha nacido todavía ningún policía que pueda amedrentarme. El día que guarde silencio, será porque ya no esté viva.” Y cuando uno conoce su hoja de vida, que ha sido un libro de luchas, sabe que cada palabra que dice es verdad.
Tras los ataques contra la población civil en Hiroshima, Nagasaki y Dresde, en Alemania, Frances se convirtió en activista por la paz. Desde entonces no ha descansado un solo día de su vida y ha recorrido toda la geografía de los EE.UU creando decenas de comités civiles de lucha contra la guerra y el racismo, contra cualquier forma de injusticia, y en la lucha por el medio ambiente.
Durante la guerra de Vietnam asesoró a más de 2000 objetores de conciencia para que no fueran a combatir, y a partir de la guerra de Irak se convirtió en “objetora de impuestos.” Frente a la Casa Blanca, ha pasado días y noches, sin miedo a una pulmonía, con una pancarta que dice: “No ha nacido ni nacerá nunca nadie que me obligue a pagar impuestos para que otros maten en mi nombre.” Los Bush, padre e hijo, Clinton, Obama y ahora Trump, saben que con esta mujer han perdido y seguirán perdiendo todas las batallas.
La más reciente detención fue hace pocos días cuando lideró a un grupo opuesto a la expansión de un oleoducto. Frances traspasó la línea de seguridad y se las arregló, con otros activistas, para dejar un ataúd de cartón al frente de los equipos de construcción. “Ustedes, criminales, solo defienden a las multinacionales de la energía. Y se olvidan de otra energía, de la más importante: la que tenemos los combatientes por un mundo mejor.” Eso dijo Frances Crowe a la policía, antes de ser detenida, otra vez, a los 98 años. Cuando nos despedimos, le dije: “El mundo necesita más viejos como usted.”
En ajedrez, también, algunas damas se encargan de poner las cosas en su punto.
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