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El Telégrafo
Silvia Buendía

Una mujer

09 de octubre de 2022

Conocí a Annie Ernaux en 2016. Ese año estuve en la Feria del Libro de Madrid y la gente de la editorial Cabaret Voltaire me la recomendó intensamente. Desde ese momento empecé a leer a esta autora francesa que decía que sus obrasno eran novelas propiamente dichas porque lo que escribíano era ficción sino su realidad. La voz narrativa siempre eraella, ese yo era autobiográfico, contaba su vida con sus experiencias cotidianas y con los hechos que marcaron su existencia. Porque, como dice Ernaux, el pasado nunca es el pasado y menos cuando es violento y turbio.

Cada vez que una escritora me atrapa, me lanzó en búsqueda de todo lo que ha publicado. Con los años y gracias a la generosidad de amigas que viajan y me traen encargos, he podido leer algunas obras suyas.

En los libros de Annie Ernaux ella suele volver a sus orígenes, a ese territorio de una infancia transcurrida en un pueblo rural de Francia con unos padres que dejaron de ser campesinos para poner una tienda y un café en casa y así, dedicados al comercio, subir de estatus social. El padre, perosobre todo la madre de Ernaux trabajaron durísimo para que ella pudiera estudiar, ser maestra y acceder a un futuro mejor. Pero, como ha dicho la autora en algunas de sus entrevistas, esa niña de pueblo y esa adolescente con acento de clase baja siguen viviendo en ella con su sentimiento de inferioridad, de vergüenza social. De ahí que Ernaux no sesienta totalmente legítima en los círculos literarios y sociales que frecuenta como escritora e intelectual. Hay un fragmento en su libro La mujer helada en la que la autora relata que,siendo muy niña, en la escuela, la profesora les preguntó a las alumnas qué profesión querían tener de grandes; pero cuando le llegó el turno a ella no la dejó responder. La cortó diciendo “tú acabarás tendera como tu madre, no cabe duda”. Annie Ernaux soñaba con ser profesora y precisamente esa maestra que la humilló era su ejemplo a seguir. La escena se grabó en su ser porque en ese instantetodas sus certezas salieron huyendo en desbandada. Le costaría años superar esa humillación.

La auto ficción de Ernaux narra con sencillez y una cierta dosis de distancia hechos absolutamente impactantes, como cuando su padre quiso asesinar a su madre con un hacha un domingo después de almuerzo, la vergüenza que padeció durante casi toda su vida al recordar este evento, el desamparo de someterse a un aborto clandestino cuando este todavía era ilegal en Francia, sus amores y pasiones, sumatrimonio profundamente infeliz, la enfermedad y muerte de su madre, el dolor del duelo, la sensación de ser una traidora a su clase social, su condición de mujer en lucha permanente contra el patriarcado. Con un estilo directo a medio camino entre la confidencia y el testimonio, muy íntimo, pero sin dramas, cada obra suya es como una puñalada de diversa intensidad y cada dolor lo sientes tan tuyo, como si fueras la protagonista.

Este año la academia sueca ha decidido que una mujer,Annie Ernaux, merece el Nobel de Literatura por ese ejercicio de memoria y reflexión sobre su pasado. Es un premio bien ganado. Tanto para la literatura, como para la condición femenina.

 

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