En medio de la frecuencia con la que se desatan enfrentamientos bélicos entre los diferentes países y a veces también al interior de los mismos, con toda su carga de horror y de dolor, es refrescante y aleccionador encontrarse con un libro de la autora de literatura infantil y juvenil Edna Iturralde, me refiero al libro “Cuando callaron las armas” que tiene una carga de humanidad, de fraternidad enorme aún cuando trata temas tan dramáticos como las confrontaciones que dejan su secuela de destrucción y de muerte.
Edna Iturralde es de las más prolíficas autoras ecuatorianas, nos tiene acostumbrados, a los grandes y a los pequeños a la entrega de una literatura que va más allá del entretenimiento, que tiene una carga y unas connotaciones históricas aleccionadoras, como en el presente libro en el que va tomando pasajes de la historia reciente de la humanidad, para traernos escenas de los enfrentamientos entre Israel y Palestina, tan actuales ahora que se ha desatado una guerra luego de las incursiones del grupo Hamas, de Afganistán, de nuestra cercana Colombia, con la realidad dolorosa que ahora enfrentamos en nuestro propio país, el Ecuador, de Chechenia, Bosnia, Liberia, Sudán, Ruanda, Irlanda del Norte, Irak, Sri Lanka, el país Vasco.
En algunos de estos países o regiones ya las armas han callado, como nos refiere la autora, con magníficas y sensitivas alusiones a episodios descritos con la maestría de una escritora trajinada con largueza por los caminos de la narrativa; en otros casos los conflictos se mantienen vivos, dramáticamente activos con toda su carga de muerte, de dolor.
La belleza descriptiva, la sutilidad con la que trata las duras temáticas, no encubre lo que ocurre u ocurrió en determinados puntos de la geografía del mundo, las historias son tratadas con conocimiento, luego del estudio que seguramente la autora hizo de los enfrentamientos, de las historias, de las geografías.
Sus personajes son hermosamente tratados, son niños o niños que están entrando en la pubertad, lo que hace ver muchas veces como a pesar de su corta edad no son eximidos de la barbarie de la guerra, muchas veces se los utiliza como carne de cañón, se los adoctrina, se les roba su niñez, su adolescencia y se les pone armas en las manos, para agredir y para matar.
Edna logra, en medio de la dureza de las descripciones traer una luz en medio de esas tinieblas, un destello de esperanza en medio de las grietas que va causando la agresión entre las gentes y los pueblos, lo hace con una belleza magistralmente descriptiva e instigadora de sentimientos positivos en medio de la barbarie.
Qué bien hace leer este libro de Edna Iturralde, lo recomiendo altamente, más ahora que nunca, para públicos que están en formación y que necesitan nutrirse de palabras y de sentimientos bellos.