Sorprendentemente, no existe en el Ecuador ni una sola publicación que recoja el trabajo creativo de las escritoras indígenas. O más bien, no existía. Ahora al fin hay una, la acaba de publicar el Ministerio Coordinador de Patrimonio. Solo había publicaciones de indígenas hombres, lo que sin duda revela la discriminación y exclusión que aún sufren las creadoras indígenas. Ni el sector público ni el privado se habían ocupado de editar a nuestras escritoras indígenas.
Esta antología denominada “Amanece en nuestras vidas” recoge el trabajo creativo, en cuento y poesía, de 16 mujeres escritoras de distintas nacionalidades del país. Está escrita en sus lenguas originarias, el kichwa, shuar, safiqui (traducidas al español). El proceso de publicación de esta antología no fue fácil. Había que superar primero la desconfianza de las escritoras. Por ello se abrió un espacio de discusión y reflexión en torno al tema. Se planteó, por ejemplo, el porqué había que hacer una separación entre las mujeres escritoras indígenas y las escritoras mestizas o blancas, llegamos (o más bien, llegaron) a la conclusión de que también en las antologías dedicadas a las escritoras, las indígenas habían sido discriminadas. Por tanto, procedía publicar una antología. Además, al decir de las propias escritoras, “ya era hora de que el Gobierno se preocupe también por las mujeres indígenas artistas, siempre olvidadas”.
Todos los textos evidencian una gran riqueza en su diversidad que, sin duda, revelan también la cosmovisión de su mundo y su modo de de entender la vida y su relación con su entorno social y natural. Pero esta publicación es solo el inicio. Con oportunidad de la presentación de esta antología, se generó también, en Ibarra, un espacio serio de debate que seguro contribuirá a reivindicar, con todas sus particularidades, el trabajo estético de las escritoras (y en general artistas) indígenas. Habrá que establecer un proceso de largo aliento, que permita, a través de los diversos mecanismos e instancias que afortunadamente ahora tiene el país, iniciar el pago de esta enorme deuda que el Estado tiene con la cultura y, en particular, con la literatura de nuestras mujeres escritoras indígenas. Ojalá nunca más se vuelva a marginar ni excluir, y peor discriminar, una parte sustancial de nuestra cultura.