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El Telégrafo
Orlando Pérez, Director de El Telégrafo

¿Una “comisión de la verdad” para saciar toda la sed de venganza?

20 de marzo de 2016

René Ramírez lo ha graficado bien y quizá la imagen provea de mejores elementos para entender por qué ahora Guillermo Lasso acoge la propuesta de uno de sus supuestos contradictores ideológicos: crear una comisión de la verdad desde mayo del 2017 donde supuestamente Ecuador estaría gobernado por el ex banquero y en uno de esos ministerios estaría el ex supuesto sindicalista y ex supuesto periodista. Cuando Ramírez dice que “A la derecha en el poder no le importa la institucionalidad ni cumple las promesas de campaña. Viene con sed de venganza luego de 10 años en que no pudo levantar el teléfono para forzar que los gobiernos tomen decisiones en su favor”, entendemos perfectamente porque un falso sindicalista y periodista entrega en bandeja de plata una propuesta a un banquero seguidor creyente del Opus Dei y con ello revelan -los dos- la evidente razón de ser de su actoría política e interés de tomar el poder político en Ecuador.

¿Qué deberíamos entender como “Comisión de la Verdad” en la lógica de la venganza, del odio y del envenenamiento? ¿Hasta dónde caben los resortes éticos, cívicos y políticos de quienes no han dicho hasta ahora cómo resolver los problemas de la pobreza que no sea solo pensando en desterrar del mapa político a Rafael Correa? ¿No fue el mismo falso sindicalista y periodista el que abogó para que Barack Obama imponga sanciones a Ecuador, tal como hizo con Venezuela? ¿El ex banquero, en el afán de ganar las próximas elecciones, es capaz de recibir el apoyo de quien seguramente en el futuro lo traicionará apelando a una moralidad que solo revela su complejo de protagonismo al costo que sea y con el financiamiento venga de donde venga? Lo ocurrido con Solca es solo una prueba de cómo se actúa ahora desde supuestos falsos para crear escenarios de incertidumbre y desconcierto. La reacción ultra exacerbada sobre la muerte de las dos chicas argentinas y las insidias sobre la actuación de la Policía y sus autoridades es otra evidencia. Y qué decir del ocultamiento, silenciamiento y hasta encubrimiento de esas irregularidades cometidas en las administraciones de dos alcaldías que cuentan con la sobreprotección de los diarios y canales privados de supuesta mayor influencia en la ciudadanía.

¿Hemos oído algo al falso sindicalista y periodista sobre la aparición de un miembro del cartel de Sinaloa en una instancia municipal bajo la pantalla de construir centros infantiles en la misma modalidad económica y arquitectónica de México? Claro que la (verdadera) Comisión de la Verdad que reveló las atrocidades contra los luchadores populares de la década de los ochenta nunca recibió el respaldo político del ex banquero y del falso sindicalista y periodista. Nunca los vimos abogar por la sanción a quienes desaparecieron, torturaron o asesinaron. Al contrario, uno de ellos ahora se pasea en EE.UU. recogiendo plata de aquellos proveedores interesados en pagar a “sicarios de tinta” para crear blogs, fundaciones y supuestas publicaciones de investigación periodística. Y allí se reúne con los torturadores identificados como perpetradores por la Comisión de la Verdad, creada en el actual gobierno. Alguien podría decir desde el más vulgar de los lugares comunes: “Cómo han cambiado los tiempos”. Y sí, porque si por la plata baila el perro, quienes desde el moralismo más aberrante se declaran de izquierda y pactan con la derecha no han entendido de otro modo la política que no sea el de la venganza, el odio y el exhibicionismo.

Todo este análisis no quita que si hay que investigar la corrupción, colocar en su debido lugar a quienes han usufructuado de los recursos públicos o han cometido delitos probados se haga con respeto a las leyes, el debido proceso y no bajo el presupuesto del escándalo como prueba o acusación jurídica. Si quieren hacer lo que ahora ocurre en Brasil ya sabemos que para eso tendrán de su lado al aparato mediático y político conservador del continente y a esas redes mafiosas financiadas desde ciertos países y con propósitos absolutamente identificados. Pero para pedir y hacer eso hay que tener las manos y la conciencia limpias. Y el falso sindicalista y periodista no es precisamente el mayor ejemplo de aquello. Como tampoco lo es el grupo político y periodistas que le acolitan en todo. Ya empezaron con unas supuestas comisiones anticorrupción y ahora van por la de una de la verdad. Ya sabemos todo lo que ello implica: crear las condiciones y los escenarios para recibir fondos del extranjero y fabricar casos y espectáculos mediáticos. Que nadie dude que en ese marco ocurran persecuciones, linchamientos mediáticos y forjar situaciones alarmistas.

Por ejemplo: elaborar informes “penales” para perseguir por supuestos delitos de lesa humanidad. ¿O no fue eso lo que el falso sindicalista y periodista armó con su colega legislador bajo el esquema montado por una agencia extranjera de espionaje? Febrero del 2017 queda cerca. En menos de un año tendremos un resultado electoral y sino es favorable para el ex banquero y sus acólitos el próximo mandatario tendrá por delante a unos actores políticos intensos con mayor odio, sed de venganza, ínfulas violentas y un gran aparato político, mediático y hasta posiblemente militar para saturar el futuro de mentiras, caos, desestabilización, desasosiego y virulencia. (O)

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