Latinoamérica sigue siendo una de las regiones más volátiles cuando de negocios se trata; es solo se darle una pequeña, pero minuciosa mirada al cono sur de la región donde Bolivia comienza a desesperarse por su necesidad de dólares, seguida por Argentina que tiene una inflación tan galopante que se proyecta un cierre de año tan ajustado al punto que las elecciones de fin de año dejarán entender que se espera de la nueva administración y si los dólares siguen siendo una necesidad obligatoria para un país llamado hace décadas como “el granero del mundo”.
En consecuencia, Chile ha dado un golpe a la derecha sobre la creación de su nueva Constitución con la certeza que la sociedad quiere cambios, pero no venderá su dignidad y la prosperidad por discursos poco funcionales que han dado maestrías de quiebra y hambruna. Chile mira con reojo a Venezuela y entiende que los cambios constitucionales basados en sueños y no realidades son peligrosos.
Brasil, por su parte, es un continente unido a la región, pero con una diferencia tan enorme que se maneja con su propia agenda. Los acercamientos a las grandes potencias sin mirar agendas políticas demuestran que es necesario abrirse a quién pueda y quiera comprar.
El resto del continente, entre los cuales se encuentra Ecuador, han hecho esfuerzos necesarios pero insuficientes para la entrada de capitales. Sobre todo, Ecuador quién ha mantenido algo el orden inflacionario con una dolarización rígida que no permite desorden, pero si debiese incentivar acuerdos multinacionales para la entrada de dinero que no puede imprimir. Una tarea pendiente para los gobiernos ecuatorianos que aún no logran entender esto.
Europa ve con recelo la disputa de Crimea donde el costo de vida aumenta por la crisis energética creada por la potencia rusa que mantiene hegemonía de energía tan grande y poderosa que Europa quedó sin momento de reacción.
Estados Unidos se encierra cada vez más y sus políticas bastante débiles empiezan a colisionar evitando la compra externa y más bien la producción interna, los mercados asiáticos sobre todo China y sus préstamos millonarios de alto costo están siendo vigilados y las renegociaciones son parte de lo que se venía diciendo hace rato: el cobro al usurero sale más caro. Ecuador estaría en la mira, por lo que la firma de un Tratado de Libre Comercio, como lo ha anunciado el gobierno, formaría parte de un posible alivio.
En general, estamos en un mundo con la reacción de la pandemia, mercados que se cierran y con la expectativa que el punto de ebullición no llegue. ¿Estamos preparados para el peor de los escenarios o nunca lo estuvimos?, específicamente Ecuador y sus disputas políticas nos han alejado el verdadero enemigo, la paralización financiera global.
Debemos estar a la expectativa de los mercados internacionales y entender que la política ecuatoriana no está aislada de la reactividad internacional, la apertura de mercados es una necesidad más que una opción y se debe hacer ahora, el crecimiento del desempleo ecuatoriano pasa por un repunte y la inseguridad ha dado muestras que existe desesperación interna.
Los líderes del país deben dar, por lo menos, un mensaje de paz y acuerdos internos para enfrentar al monstruo de la necesidad; pero esto no hace bulla a los líderes ecuatorianos, verbigracia, entroncados en una batalla de casi dos años, la producción interna de legislación auxiliar para reordenar la balanza fiscal e incentivar el empleo en vez de castigarlo, sigue siendo un sueño de los justos.
Deberemos pedir explicaciones a lo posterior, la olla internacional está por explotar y Ecuador está indefenso y, lamentablemente, herido e hiriéndose por dentro. Esto es, un mensaje a García.