La vida universitaria, con su diversidad de experiencias académicas y personales, tiene el poder de transformar a una persona en múltiples niveles. Veamos cómo este viaje puede moldear y enriquecer la vida de una persona. Hoy quiero compartir con ustedes una entrevista que hice a una de mis estudiantes, quien está a punto de graduarse y quien ha vivido su propia travesía dentro de la universidad. Su relato muestra cómo el transcurrir de sus años de estudio, además de darle una experiencia académica, se ha convertido en un viaje de autodescubrimiento, que ha marcado su manera de ser.
¿Qué sabías de la universidad antes de llegar a ella?
Iniciar la carrera de Comunicación Social en una universidad pública me llevó a adentrarme en un mundo completamente desconocido, lejano de la realidad en la que había vivido anteriormente. Animada por unos padres que nunca pisaron una universidad, emprendí el viaje desde mi Manabí natal hacia la capital, un lugar que me resultaba ajeno y desafiante.
¿Cómo podrías describir tu desarrollo académico?
La universidad es el terreno fértil para quienes como yo están buscando crecimiento intelectual. Creo que los retos académicos, la exposición a nuevas ideas y la interacción con profesores contribuyeron a desarrollar mis habilidades de pensamiento crítico, de resolución de problemas y de adquisición de conocimientos especializados.
¿Qué encontraste ya al iniciar clases?
Desde el primer día, la universidad me obligó a ser volverme más abierta y receptiva. El campus, lleno de caras desconocidas, estudiantes que venían de lo urbano marginal, personas de ascendencia indígena, otras que venían de diferentes provincias y aún otras que eran sofisticados capitalinos significó un choque cultural inicial que, poco a poco, me obligó a adaptarme. La diversidad se volvió en mi maestra, enseñándome a ser más inclusiva y a valorar la riqueza de la forma que cada compañero o compañera tenía de ver las cosas.
Sé ahora que la interacción con personas de diversas culturas, antecedentes y perspectivas enriquece tu comprensión del mundo. La diversidad social en el campus expone a los estudiantes a diferentes formas de pensar, fomentando la empatía y la tolerancia.
¿Cómo aprendiste a vivir fuera de la casa de tus padres?
Creo que el manejo del dinero y del tiempo se volvieron lecciones esenciales para sobrevivir lejos de casa. Tuve que crecer y adquirir habilidades básicas de la vida cotidiana como hacer compras de los elementos necesarios para establecerme como sábanas y cobijas o muebles, o ir al mercado a conseguir mis víveres. Y, por cierto, administrarme en la cocina y en el lavado de ropa.
Creo que la vida universitaria hizo que me vuelva más independiente. La gestión de horarios, la toma de decisiones y la responsabilidad sobre el propio aprendizaje son aspectos fundamentales. Adquirí mayor autonomía, aprendí a organizarme mejor y a asumir responsabilidades.
Por otro lado, tuve que sumergirme en las tradiciones locales de celebraciones y comidas totalmente diferentes a las de la Costa. Me fue difícil aprender a comer las sopas espesas de la Sierra como el locro, y dejar de consumir el pescado y el verde. Aprendí a abrigarme contra el frío, a hablar más lento y adaptar mi lenguaje pronunciando las “eses” e incluso, a pedir ayuda cuando la necesitaba. Pienso que esas experiencias me hicieron una persona más adaptable. Los expertos en el desarrollo de habilidades para la vida profesional dicen que la adaptabilidad es una competencia fundamental en la vida moderna: aquellas personas que pueden abrazar el cambio, aprender de nuevas experiencias y ajustarse a entornos en constante evolución están mejor posicionadas para enfrentar los desafíos y aprovechar las oportunidades que ofrece la vida contemporánea.
¿Has hecho muchos amigos entre tus compañeros?
Las amistades y conexiones que he establecido en la universidad son invalorables. Al estar rodeada de personas con objetivos similares y apasionadas por el conocimiento creó una base para tener relaciones duraderas e inclusive para establecer colaboraciones futuras en la vida profesional. Los lazos de amistad se han logrado al participar en actividades extracurriculares, eventos y proyectos grupales. Por otro lado, considero que aprender a trabajar en equipo, aprender a comunicarme y en ocasiones estar obligada a liderar me ha ayudado a tener habilidades sociales muy importantes para mi profesión y para la vida.
¿Y ahora que te gradúas, buscarás quedarte en Quito para trabajar y vivir?
Me extasié con los paisajes de Quito y me maravillé con la hospitalidad de profesores y compañeros. Pero, a pesar de que la capital me atrae enormemente, deseo regresar a mi tierra natal. Siempre supe que lo haría. La universidad no me desconectó de mis raíces, más bien fortaleció mi compromiso con mi tierra, inspirándome a trabajar por su progreso.
Durante cuatro años de clases he regresado a la casa de mis padres cada quince días, indefectiblemente. Esto de ir a ver a mi familia se convirtió en un compromiso que en ocasiones requería un esfuerzo grande. Los viajes de diez a doce horas me dejaban exhausta, pero quería mantener el contacto con mi gente. Llegar a casa era una oportunidad para compartir mis experiencias con mis padres y sentir su apoyo incondicional.
¿Cuéntame qué conclusiones tienes de haber hecho tus estudios en esta universidad?
Diría que la universidad no solo me brindó conocimientos académicos muy sólidos con los que enfrentaré mi vida profesional, sino que me transformó en una persona más abierta, inclusiva y autosuficiente. Aprendí a valorar la diversidad, a manejar mis recursos de tiempo y dinero con cuidado, pero también a conectarme más profundamente con mis raíces. Además, me he vuelto más sociable. Mi amor por la universidad va más allá de agradecerle por la educación que me ha brindado, radica también en que me ayudó a convertirme en una persona más madura e íntegra.
Como esta estudiante nos cuenta, la vida universitaria actúa como un crisol de experiencias que forja a las personas, preparándolas para los desafíos del mundo y proporcionándoles las herramientas necesarias para crecer tanto personal como profesionalmente. La vida universitaria no es solo un paso académico, sino que tiene un poder transformador en la vida de quienes emprenden el viaje.
¡Feliz graduación, querida Chloe y gracias por contarme cómo fue tu travesía!