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El Telégrafo
Ramiro Díez

Historias de la vida y del ajedrez

Un ruso ladrón de libros, en el infierno

Historias de la vida y del ajedrez
16 de abril de 2015

Ninguna pirámide del mundo es  comparable con la que construyó el cura Diego de Landa en el siglo XVI: era una montaña de libros, invaluables códices mayas, y les prendió fuego porque eran obra del demonio. A última hora, seducido también por su belleza, rescató tres ejemplares y los envió al Rey de España. Al soberano nada le importaron y los libros quedaron perdidos durante 400 años hasta aparecer durante la 2ª Guerra Mundial. Hitler cumplía años el 20 de abril, y días antes los soviéticos iniciaron la fiesta con el estruendo de 20 mil cañones que se acercaban a Berlín.

Entre los millares de combatientes soviéticos, había un jovencito de 21 años llamado Yuri Valentinovich Knorosov y no era un soldado más. Con todo su heroísmo a cuestas, era además un artista e intelectual precoz en medio del infierno de la guerra. Yuri, lector de Sherlock Holmes, no se preguntaba por un crimen sino por la locura que producía millones de muertes. Él, violinista consumado, ahora escuchaba el estruendo de cañones, disparos y bombas. Él, que sabía escribir y pintar con ambas manos, ahora disparaba con una mano y lanzaba granadas con la otra. Él que sabía árabe, chino, griego, ahora interpretaba gritos de combate y de agonía en muchos otros idiomas.

La conquista de Berlín era una pesadilla. Se peleaba metro a metro, cuerpo a cuerpo, viendo a los ojos al enemigo. Todo estaba tomado por el fuego y tampoco pudo escapar la Biblioteca Nacional. Conmovido por millares de libros devorados por las llamas, Yuri se lanzó a su interior para intentar salvar algunos libros. En medio de las llamas y los disparos, vio uno que le llamó la atención, no entendió de qué se trataba, pero lo guardó en su mochila y volvió al combate. Cuando finalmente entró al búnker de Hitler, halló otro libro similar sobre un escritorio.

A Yuri no le importó nada más, y también lo guardó en su mochila. La liberación de Berlín costó 170 mil víctimas soviéticas y entre ellas no estuvo Yuri, que regresó con el botín de sus dos libros sagrados. Eran dos de los códices mayas enviados por el cura Landa al rey español y que estuvieron perdidos durante 400 años. Yuri Knorozov entregó el resto de su vida a desentrañar los códices mayas y gracias a él, conocemos algo de lo que no alcanzó a destruir para siempre el fanatismo del cura Landa ni la barbarie de la guerra. Millones de sacrificios para que un artista intelectual, vestido de soldado, nos entregara un poco de nuestra historia. En ajedrez, los más tremendos sacrificios, siempre quedan pequeños comparados con la vida real. (O)

1… TxP +
2. RxT, DxD y el blanco resigna.

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