Historias de la vida y del ajedrez
Un prisionero honesto: el más viejo del mundo
Algunos pensarán que es un crimen hablar de un nazi honesto. Pero seguro que alguna persona honesta, por ingenuidad o a la fuerza, trabajó para esa organización genocida. Dos ejemplos son el papa Benedicto XVI y Gunter Grass, Premio Nobel de Literatura. Ambos, de jóvenes, pertenecieron a las juventudes nazis.
Otro de ellos se llama Oskar Grönning, y es el prisionero más viejo del mundo. Después de haber pagado varias penas, lo acaban de condenar, otra vez, a 4 años de cárcel y, si sobrevive, saldrá en libertad el día que cumpla 98, porque hoy tiene 94 años.
Al quedar huérfano de madre desde su más temprana infancia, su padre le fijó la ruta de vida. ‘Orden y disciplina’. Entonces ingresó a las juventudes nazis. Y al salir de la adolescencia trabajó en algo que exigía más orden y disciplina: cajero de banco. Y estalló la guerra mundial.
En guerra, para los muertos y prisioneros, nada mejor que llevar las cuentas con orden y disciplina. Por eso Grönning fue obligado a abandonar el banco y llevado al campo de concentración de Auschwitz. Allí su tarea era contar prisioneros, registrar el dinero y joyas que traían, y anotar todo para devolverlo cuando recuperaran la libertad. “Pero había algo sospechoso”, dijo Oskar Grönning. “Nunca hubo que devolver nada a nadie”. Reconoce que fue testigo del horror, pero tenía que cumplir órdenes y llevar cuentas. Luego la guerra se hizo más intensa, y lo enviaron al frente de batalla.
Grönning fue capturado por los ingleses y llevado a un campo de concentración de los aliados. Pasaron los años, quedó libre, y en Alemania surgió el ‘Negacionismo’: Neonazis insisten en que nunca hubo Holocausto, que nunca mataron judíos o gitanos o comunistas, que todo es mentira.
Ante semejante infamia que pretende ocultar la barbarie, Oskar Grönning ha dicho:
“Yo vi las cámaras de gas. Más de un millón de judíos fueron asesinados en Auschwitz. Y también hubo gitanos. Había un bebé gitano llorando, envuelto en harapos. Una madre lo había dejado porque sabía que las mujeres con niños eran enviadas a las cámaras de gas de inmediato. Un soldado nazi agarró al bebé por las piernas y le estrelló la cabeza hasta que quedó en silencio. Estos crímenes no se pueden ocultar. Yo estuve allí”.
Por confesar esto, con toda honestidad, Oskar Grönning, que ya había pagado prisión, a sus 94 años ha vuelto a ser condenado a 4 de cárcel.
Dicen los pesimistas que en la vida toda acción correcta recibirá su castigo oportuno. El ajedrez no es tan despiadado, aunque acá el blanco tampoco tenga defensa.
1…A3T, jaque, y la dama está perdida.