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El Telégrafo

Un poco de dignidad

18 de abril de 2011

Después de concluida la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) se iniciaron los procesos de descolonización y liberación en Asia y África. En la Conferencia de Bandung (1955), que reunió a 25 países de ambos continentes, nació el “Tercer Mundo”, que, desde entonces, postuló la lucha contra el colonialismo y el neocolonialismo, en defensa de los recursos naturales propios, a favor de la soberanía de los pueblos, su libertad e independencia y contra todo tipo de intervención extranjera.

El triunfo de la Revolución Cubana (1959), que sin duda avanzó hacia la construcción de una nueva sociedad, definió la expansión de la ‘guerra fría’ sobre América Latina. Desde la década de los sesenta la región ha sido una víctima constante de las diplomacias imperialistas sobre las policías y las fuerzas armadas, las labores de “inteligencia” contra las izquierdas y particularmente los marxistas, la desestabilización de gobiernos que pretendían manejarse soberanamente, el derrocamiento de gobernantes que no se alinearon con los intereses del capital norteamericano.

A qué niveles de barbarie condujo la guerra fría latinoamericana se observa en la instalación de dictaduras militares terroristas en el Cono Sur durante la década de los setenta.

El derrumbe del socialismo terminó con la guerra fría. Pero no con las injerencias externas sobre Latinoamérica.

Además, desde 1982 comenzó a actuar el FMI, con sus determinaciones de políticas en función del pago de la escandalosa deuda externa ilegítima contraída por las dictaduras. Las dos décadas finales del siglo XX están repletas de gobiernos y políticos latinoamericanos corruptos y entreguistas, para quienes cada país debía “modernizarse” en la globalización transnacional sin otros miramientos que los buenos negocios empresariales y la apertura de los mercados. Las desastrosas consecuencias sociales de ese “neoliberalismo” nunca les importaron.

Hoy, cuando en varios países de América Latina han triunfado gobiernos que incluso son herederos de los “viejos” principios tercermundistas, pero que revalorizan la dignidad, la soberanía, la independencia, la libertad y la construcción de sociedades distintas, aparecen, como ocurre en Ecuador, ex presidentes de la república, antiguos políticos y otros nuevos, que atacan la diplomacia soberana del Estado ecuatoriano, se colocan de lado de los intereses extranjeros y critican que el país asuma una posición que privilegia la dignidad de la nación.

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