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El Telégrafo

Un paso atrás para el fútbol

11 de enero de 2012

La realización del Congreso Ordinario del Fútbol ecuatoriano ha generado un gran debate y ha encendido una enorme polémica. La medida adoptada por este organismo otorga el poder total a la FEF para negociar los derechos de transmisión por televisión de los partidos del campeonato nacional, que hasta hoy habían sido propiedad de cada de uno de los clubes.

Lo acontecido en el cónclave del pasado viernes, terminó por romper la unidad del fútbol ecuatoriano, la misma que se sostenía con finos alfileres y que ha dado lugar a varias interpretaciones e interrogantes que en este comentario trataremos de resumir de la manera más objetiva.

Ante todo, la moción presentada por la Asociación del Tungurahua fue tan sorpresiva que muchos de los dirigentes conocieron la misma cuando el Congreso ya estaba instalado, lo que sin lugar a dudas fue una gran estrategia de los mentalizadores, ya que no ofrecieron ningún espacio para la reflexión o el consenso.

Considero que un tema de tanta importancia y trascendencia merece un análisis y debate a fondo, que contemple todos los aspectos que trae como consecuencia una decisión de esta naturaleza, porque no se analizó la posibilidad de convocar a un congreso extraordinario, como aconteció en 1984 cuando después de un análisis exhausto se aborto el proyecto del canal del fútbol, por no convenir a los intereses de la mayoría.

La consigna del viernes, al parecer, era votar y de inmediato dar paso a un tema que puede ser analizado desde la pasión futbolera, que involucra a todos quienes estamos de una u otra manera inmersos en el fútbol, dirigentes, aficionados, periodistas, entre otros, y el otro análisis desde el punto jurídico y contemplando lo que establecen las leyes y normas constitucionales. Cabe recalcar que las dos alternativas son válidas y merecen el mayor respeto y finalmente guardan estrecha relación.

Amparados en la dictadura del voto se pretende desconocer lo que es una gran verdad en el fútbol mundial: en todos lados existen los clubes grandes y los pequeños.

Los denominados grandes responden a una historia y trayectoria construida con trabajo y planificación, al poder de convocatoria y a los logros y éxitos cosechados como resultado de esa labor de años y años, esa labor que ha permitido construir un nombre, que ha generado una marca que ofrece garantías y rentabilidad, que obviamente se cotiza en el mercado y que sus dirigentes tienen todo el derecho a negociar de manera libre y voluntaria los derechos de transmisión, sin que exista ningún organismo que pueda limitar, coartar o prohibir sus auténticos y legítimos derechos.

El otro análisis es más simple y contundente, pero ningún dirigente argumentó o apeló a aspectos jurídicos que están debidamente establecidos en la Constitución de la República por el que se garantiza el derecho que tienen las instituciones, en este caso los clubes, para la libertad de contratación y negociación que habría tirado al piso cualquier intento de un mal entendido criterio de democratización del fútbol.

El Congreso dejó a más de polémica algunas contradicciones, criterios y comentarios que se pusieron de manifiesto y que dejan flotando en el ambiente la inquietud por conocer dónde en realidad nació esta idea. ¿Quiénes son los verdaderos patrocinadores? ¿Qué hay detrás de todo esto? ¿Acaso es el puntapié inicial para la creación del canal del fútbol? ¿En realidad es una medida que favorece al fútbol ecuatoriano?

Escuchamos en el Congreso a dirigentes “garantizar” un reparto para los clubes “grandes” que en el peor de los casos será igual al que mantienen hasta hoy, con la posibilidad de mejorar ostensiblemente los ingresos por este concepto.

Pregunto, ¿quién o qué empresa realizó ya una oferta para que se planeen desde ahora repartos jugosos? La Constitución prohíbe tácitamente el monopolio y contradictoriamente se oferta por parte de la FEF “disfrutar” todos los goles y todos los partidos en un solo canal. ¿A quién se busca favorecer con todo esto? ¿Cuáles son los verdaderos intereses? Hay muchas interrogantes y al parecer pocas respuestas.

Este tema ofrece todavía mucha tela por cortar; no puede ni debe cerrarse por la inmediatez de una votación. Existen posiciones firmes y terminantes de dirigentes que no darán su brazo a torcer de manera fácil. Todavía quedan algunos capítulos por escribir y comentar sobre este Congreso que definitivamente marcó un retroceso para el fútbol ecuatoriano.

Desde esta columna, pido la palabra, para invocar coherencia, madurez y reflexión. Que se depongan posiciones o intereses personales y que se continúe legislando y adoptando medidas que permitan el crecimiento del fútbol de nuestro país. La historia se encargará de juzgarlos.

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