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El Telégrafo
Simón Valdivieso Vintimilla

Un estadista…

30 de junio de 2023

Un estadista es una persona con gran saber y experiencia en los asuntos del Estado.  Y es eso exactamente de lo que carece el Ecuador desde hace muchos años atrás y nos aprestamos a que la historia se reedite este 20 de agosto cuando el pueblo ecuatoriano ha sido convocado a las urnas, en forma obligatoria para elegir presidente y asambleístas, luego del sinsabor vivido recientemente cuando el presidente que no pudo gobernar por la pugna de poderes utilizó la figura de la muerte cruzada que fue creada exactamente para frenar al poder político de la asamblea, que quedó debiendo y evidenció un apetito inmenso por el poder a tal punto que llegó a utilizar a la Función Judicial para sus fines, deslegitimándola como nunca, convirtiéndola en la sirvienta del poder político.

Un estadista es lo que necesitamos en el gobierno, unos estadistas son los que deben estar en la asamblea nacional. Pero eso resulta bastante difícil encontrar por culpa de los caudillos de los partidos y movimientos políticos y de la ley electoral que tanto daño han hecho a la incipiente democracia ecuatoriana, puesto que la gran ausente en las organizaciones políticas es la ideología, entendida esta como el conjunto de ideas fundamentales que caracteriza el pensamiento de una persona, colectividad o época, de un movimiento cultural, religioso o político, etc.  

Entonces volviendo a la preocupación nacional, desde hace rato y ahora en víspera de elecciones,  decimos que el estadista está asociado a las personalidades políticas, aunque no se encargue directamente de alguna función del Estado, son reputados con capacidad suficiente en caso de acceder al poder;  pero además  el estadista está por encima de las divisiones partidarias y de los sectores, pues  propende a la búsqueda del bien común, es decir le apuesta al bien general de la sociedad, dejando atrás los intereses personales o grupales. Ergo, un político debe tener la talla de un estadista, pero en nuestro caso, en los últimos años ha sido evidente que para el “político” común todo es simple, y en elecciones, miente por cada diente, dice la abuela de la casa.

El hombre de estado o estadista no está reflejado en el político ecuatoriano contemporáneo, ya que no hemos visto a un especialista en el manejo de la cosa pública, sino más bien ha quedado al descubierto esa hambre atrasada lo que se traduce en actos de corrupción administrativa que rayan en el delito, pero que les resbala y al momento de elegir los ecuatorianos les invade la amnesia y se dejan seducir por los encantadores de serpiente y el baratillo de ofertas.  

Regala peces y darás alimentos un día; enseña a pescar y darás alimentos para toda la vida. Es un proverbio chino que lo encontramos navegando en la internet y lo traemos a la columna y de la mano de esa sentencia oriental, podemos afirmar, que el “político” ecuatoriano, es quien lee y aplica solamente el primer renglón de este proverbio, mientras que quien aplica el segundo renglón es un estadista, lo cual en nuestra realidad política es como buscar una aguja en un pajar.

Es tiempo de elecciones, y los ecuatorianos volveremos a tropezar contra la misma piedra. No hay candidato que venda la imagen de un estadista.  Será la historia quien, con mirada retrospectiva juzgue al “político” de estadista, o de un simple oportunista, demagogo o pusilánime, se lee por ahí.

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