Adela Cortina, la filósofa española contemporánea más importante, tratadista sobre la ética, la moral y los valores en la sociedad contemporánea, sostiene que la solidaridad es quizás el valor más significativo. Y así como las personas podemos perfeccionarnos o envilecernos, los pueblos también pueden atravesar esos momentos. Hoy vivimos tiempos en los que el bienestar del individuo se sobrepone al de las comunidades.
El individualismo campea. Una sociedad sin valores no puede avanzar. El Ecuador no podrá salir del hueco en el que estamos si las conductas antiéticas de los ciudadanos y los políticos no son reemplazadas por la práctica de valores y conductas éticas.
Sin lugar a dudas, hablando desde una ética cosmopolita, cívica y política, la crisis no solamente es económica. Esto se manifiesta en la falta de solidaridad. ¡Cuánta falta hace al Ecuador el ejercicio de valores ciudadanos que nos saque de ese círculo perverso!
La práctica de valores está en nuestras manos.
El altruismo y la solidaridad contribuyen al desarrollo de una sociedad. Se entiende por solidaridad “un valor que se caracteriza por la colaboración mutua entre los individuos”. En cambio, el altruismo significa ese deseo de ayudar a cambio de nada.
Con el objetivo de promover la donación de órganos, en España, diseñaron una campaña con el lema de “Eres perfecto para otros”. Se estima que, mediante la donación de órganos y tejidos, una vez que ha fallecido el paciente, se puede salvar hasta ocho vidas y mejorar la calidad de vida de 75 pacientes más.
La actividad trasplantológica en el Ecuador, aunque ha aumentado en el número de donaciones, aún es incipiente en la práctica médica. Desde enero a noviembre del 2023 se realizaron 793 trasplantes.
Urge inaugurar una campaña de promoción que incentive en la ciudadanía la donación de órganos. Todavía merodean una serie de tabúes al respecto. Por ello, es necesario que el Ministerio de Salud, conjuntamente con el Registro Civil, promueva en el momento de la cedulación la información adecuada para que los ciudadanos acepten ser donadores de órganos, tejidos y células.
Después de un trasplante, solo quedará la gratitud de un paciente que recobró la vida o mejoró su calidad de vida. Y como dice la campaña española de donación de órganos: “¡Gracias, donante! ¡Me diste nuevamente la vida!”