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El Telégrafo
José Velásquez

La UDLA y el periodismo

10 de febrero de 2020

En el manual dice bien claro que la labor del periodista es cuestionar y tomar con pinzas lo que dice la fuente oficial. El problema es que los internautas creen que cuestionar indiscriminadamente desde sus redes y estar obsesionados con la epidermis de la política los convierte en periodistas. Es la miopía del periodismo ciudadano, que suele pasar con facilidad de capturar y difundir hechos noticiosos con sus teléfonos, a emitir opiniones desinformadas y viralizar noticias falsas.

No basta con ser un campeón de la duda; el buen periodismo obliga a contrastar. Creo que los periodistas no salimos a la calle a buscar la verdad porque sería como querer ir a atrapar una parte del cielo. Es un concepto demasiado grande. Más bien salimos a buscar las evidencias que nos apunten en la dirección correcta. Reunimos testimonios, datos, documentos y registros audiovisuales.

El periodismo formal se durmió con la versión de la Defensoría del Pueblo. Alguien dirá que no es una fuente del poder central sino más bien un eje de la defensa de los derechos humanos y que, por lo tanto, es digna de una sospecha menor. Pero no, también es una obligación deontológica poner en duda lo que endosa el Defensor del Pueblo, sobre todo porque si uno se toma cinco minutos en escarbar su perfil se dará cuenta que el balance no es su marca.

Nadie se tomó el trabajo, excepto un grupo de estudiantes de la Universidad de Las Américas que fue hilvanando pruebas y las puso sobre la mesa. Periodismo sin show y sin salsa de tomate, muy lejos de ese tráfico de información filtrada por funcionarios en ejercicio o exfuncionarios resentidos. Bueno, es que Assange tampoco es periodista.

La cobertura de los estudiantes de la UDLA durante las protestas de octubre fue notoria. Me pareció incluso haber percibido un cierto triunfalismo y temí que sus aciertos los confundieran (ya tenemos suficientes vanidosos en este medio). Pero cuando las aguas se calmaron esos chicos supieron aprovechar sus insumos para destapar una versión criolla de “falsos positivos”.

Yo sí creo que vivimos una crisis en el periodismo nacional con investigadores casados con sus fuentes y reporteros más preocupados por su popularidad que por la credibilidad de su trabajo. Que los chicos de UDLA Channel no dejen nunca ni el rigor ni el compromiso. (O)

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