Baños de Agua Santa es el destino turístico más conocido y visitado del Ecuador continental. En cada familia ecuatoriana hay varios miembros que nos conocen y muchos que en el transcurso de sus vidas vendrán varias veces; de niños de la mano de sus padres, de jóvenes en el paseo colegial, luego con alguna novia y ya de adultos con sus hijos, para conocer lo que el abuelo -cuando estuvo vivo- compartió como quien enseñaba un sitio secreto y mágico.
Esta costumbre de traer a Baños a los seres queridos, a los parientes que vienen del extranjero, es lo que nos ha situado como el destino familiar más deseado, a pesar de tantas malas noticias generadas por la “prensa independiente” que no ha parado de causar conmoción satanizando la belleza de nuestro volcán.
Baños ha sobrevivido al anonimato durante los últimos diez años, en que los sucesivos gobiernos nos eliminaron de la promoción estatal y en los cuales jamás una empresa turística nuestra ha sido parte de las delegaciones que el Mintur lleva a las ferias internacionales.
Baños ha superado la feroz competencia de otros destinos, cuyos estudiantes y ulteriores empresarios aprendieron de nosotros, desde hacer melcochas hasta el rafting canyoning.
Pero Baños sucumbe a un terrible mal que no viene desde fuera, que está arraigado dentro de su gente: la apatía y el temor a sus autoridades locales, la tolerancia a la ineptitud, la conformidad con un alcalde que siempre ofrece y nunca cumple, que no sabe de turismo ni le importa, que solo le interesa manejar los dineros que este cantón tiene en aguas termales curativas e inagotables.
Un grupo de ciudadanos, encabezado por un valiente panadero, planteó una revocatoria de mandato al alcalde y la primera reacción han sido pasquines, descrédito a todo aquel que expresa sus desacuerdos ante un burgomaestre que no dialoga, que administra los dineros ciudadanos como chequera privada, enemigo feroz del Gobierno Central al cual no pide nada, para condenar al pueblo a sufrir necesidades urgentes que le permiten siempre prometer a cambio de votos.
Nuestros cercanos vecinos Pelileo y Patate gestionan obras y recursos estatales en forma continua, promueven proyectos productivos, generan más fuentes de trabajo y es evidente el bienestar de sus habitantes; en tanto en Baños la calidad de vida desmejora, la empresa privada asume sola la promoción y no hay nuevas propuestas de un alcalde que administra la ciudad por segunda vez, como si fuera una hacienda de la colonia.