En una conferencia en Estados Unidos la representante norteamericana de los agentes de viajes de compras, afirmaba que Disneylandia no es un parque temático con tiendas de souvenires; no, Disney es una gran tienda de ventas, con algunas atracciones, decía rotundamente, dejándonos muy pensativos al auditorio que representaba compradores de toda Latinoamérica.
El turismo temático es cada vez más demandado, los parques temáticos crecen a pasos agigantados, generan más dinero por ventas de comida y souvenires que por cobro de entradas, es un negocio redondo, tienen sólo dos limitantes, que requiere inversiones multimillonarias y un caudaloso flujo de visitantes, por lo que no cualquier país puede implementarlo exitosamente.
En Latinoamérica sólo capitales como Sao Paulo, Bogotá, Caracas o Lima pueden implementarlos y nutrirse del turismo interno, pues el alto costo de los pasajes aéreos en Sudamérica no permitiría nutrirse del turismo extranjero, lo que sí puede hacer Disney, donde llegar por aire cuesta dos terceras partes y hasta la mitad que viajar a los países de nuestra subregión.
Sin embargo, el turismo temático puede ser implementado por otra vía que no sea la multimillonaria inversión, y esto es a través de un férreo acuerdo entre la empresa privada y las autoridades locales, que es lo que sucede en Gramado, ciudad de Brasil ubicada en la Sierra Gaucha, que con 30.000 habitantes recibe 3 millones de turistas al año.
Gramado tiene la navidad “más grande del mundo”, frase que acompaña a todo atractivo turístico de Brasil, la misma que dura desde noviembre hasta fines de enero y convierte a Gramado en una ciudad temática donde no hay tienda, boutique, chocolatería, restaurante u hotel que no exhiba papa noeles de todas las formas, tamaños y materiales. Calles, postes, vitrinas, galletas, chocolates, todo tiene motivos navideños. Se respira la “natal”.
Hace unos días retorné a Gramado con la visión navideña de la ciudad y cuál mi sorpresa, que no había ni un alfiler alusivo a navidad en todos sus muchos locales y negocios; en su lugar habían miles de huevos y conejos de pascua de todos los tamaños y materiales imaginables. Huevos gigantes en los parterres de sus avenidas, hasta huevitos de chocolate. Conejos más grandes que yo, hasta diminutas joyas y cerámicas, que por miles, llenaban sus vitrinas, recepciones de hoteles, parques de atracciones y calles de esta ciudad, que ha encontrado en el turismo temático una de sus mejores propuestas, por lo que se ha convertido en uno de los destinos preferidos, seguros y fascinantes de Latinoamérica.