El turismo crece y el turista es cada vez más exigente respecto de la “calidad” en los servicios que recibe, calidad que también es exigida y apoyada por el sector estatal al sector privado, misma que cada vez se subordina más a los avances tecnológicos y al equipamiento que requerimos hoteles, restaurantes, paradores y afines.
En Ecuador, tecnología turística local, prácticamente no existe y la importada es de muy mala calidad o a precios inalcanzables. Cerraduras digitales, granizadoras, jugueras, pantallas táctiles y software administrativo, tiene precios que hacen imposible a un pequeño hotel o restaurante tecnificarse, lo que se traduce en una gestión administrativa a la antigua, donde el ojo del dueño es imprescindible, de ahí que no tengamos en Ecuador cadenas hoteleras nacionales que compitan con las extranjeras que vienen cargadas de tecnología.
El equipamiento de energías limpias, tan de moda y exigidas por los usuarios que quieren estar en hoteles donde el agua sea calentada con energía solar y que las luminarias tengan la misma fuente, no es accesible por el alto costo y lo poco que hay en el mercado es de pésima calidad, casi una estafa, el país está plagado de proyectos energéticos ecológicos fracasados, salvo unos cuantos que importaron los equipos de Europa.
Para los hoteles es un desangre económico usar gas “comercial”, su precio es elevadísimo y los controles de Hidrocarburos se reducen a los hoteles “grandes” o conocidos, en tanto en los hoteles de mala calidad o poco publicitados se usa en gas doméstico sin tapujos. Ante la ausencia del gas “turístico” de precio medio, es urgente calentar el agua con energía solar; pero no existe ninguna propuesta, guía o sugerencia desde el gobierno que abra paso a todo el sector turístico a las energías renovables.
El turismo exige comodidad y calidad, pero hacer un excelente café puede requerir invertir en una máquina varios miles de dólares, más costoso que poner aire acondicionado en un hotel pequeño.
Para mejorar la tan exigida calidad se requiere plantear una propuesta que le provea al sector turístico de tecnología y ecología de última generación a precios accesibles, pero “el sector” no tiene voceros nacionales, ni representantes en la Asamblea, apenas unos pocos dirigentes locales que no tienen la fuerza para plantear algún proyecto global a un gobierno que dialoga y accede a las demandas de muchos sectores, menos el turístico, pues aparentamos no tener ninguna, a pesar de que la falta de tecnología nos hace ver vetustos y obsoletos.