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El Telégrafo

Turismo incierto

22 de mayo de 2011

La actividad turística en Ecuador crece rápidamente sobre la  base de la inversión privada de familias de medios y pequeños recursos, que aprovechan la excelente infraestructura vial del país y su numeroso flujo vehicular, para poner paraderos, restaurantes y pequeños hoteles que se desarrollan a un ritmo vertiginoso, desbordando muchos de los parámetros legales existentes, en especial los laborales, pues al ser de carácter familiar muchos de estos negocios evaden el pago del sueldo básico y la afiliación al seguro social. De hecho, en los cantones turísticos ganó el No, para mantener los subempleados. Igual pasó en muchos cantones agrícolas.

De parte del Mintur no hay un lineamiento integral del turismo ni tampoco coordinación con otros ministerios o dependencias. Un préstamo a la línea turística del BNF -con aval del Mintur-  dura más de un año en trámites sin garantías de entrega del dinero, lo que desmotiva inversiones que generan empleo legal, favoreciendo la informalidad y pauperización de los servicios turísticos.

El ofrecimiento de un “gas turístico” de entre 5 y 7 dólares, no se cumple, a pesar de que sería un buen inicio para ir eliminando un subsidio que hace millonarios a los contrabandistas,  discrimina a la población y “judicializa” a empresarios turísticos visitados por pelotones de policías y militares acompañados de empleados de hidrocarburos, del SRI, bomberos  y fotógrafos, que prefieren llegar a unos cuatro hoteles y restaurantes con parqueaderos, en tanto cientos de hoteles de edificio -o construidos tras casas- no son visitados por lo incómodo que es caminar a ellos, que en muchos casos cierran la única puerta de acceso y apagan las luces de instalaciones llenas de gas doméstico.

Tampoco las requisas se hacen a pequeños negocios de sectores rurales o periféricos,  que son una fuerte -y desleal- competencia a los negocios de ciudad que sí cumplen las leyes.

Vivimos el absurdo de que empresas privadas están dando “certificaciones” que debería darlas el Mintur unas, y otras en coordinación con Ambiente, alejado de los conceptos de sostenibilidad en áreas protegidas en franca tala y depredación.

El turismo crece en caótica soledad, con capacitación escasa y errada, desvinculado a otros sectores económicos privados con los cuales debería haber acuerdos de mutuo beneficio que impulsen variantes como el turismo médico.
Esta dispersión desvanece la imagen país, que sigue siendo el más desconocido de Latinoamérica, como lo acabo de constatar en la última feria de Costa Rica.

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