El turismo es la forma más básica de exportación. En el momento que un turista alemán llega a un mercado de Otavalo y come un cuy, técnicamente se produjo una exportación, hubo ingreso de divisas y nos ahorramos los costos de transporte, embalaje, distribución y un sinnúmero de tediosos impuestos.
Claro que un mejor escenario sería que el alemán al retorno a su país comparta con su familia la exótica experiencia de comer cuy, si tuviéramos presentaciones exportables del delicioso roedor, como jamón de cuy, cuy ahumado empacado al vacío, charqui (carne seca) de cuy, trozos de carne de cuy enfrascado en aceite de maíz, cueritos reventados de cuy, etc.
Si a la exuberante variedad de productos agrícolas y ganaderos ecuatorianos -muchos exóticos y autóctonos- le aplicáramos procesos que resulten en variadas presentaciones que puedan ser embarcadas en una maleta o mochila, y trasladadas por varios días por los miles de turistas a sus países de origen, y si cada producto en su envase llevara la marca país, el logo y web del hotel o sitio donde se compró, Ecuador tendría un marketing inmensamente más efectivo que las toneladas de papel que terminan en su mayoría en el fondo de un baúl.
Al menos eso hacen los países que realmente tienen en el turismo su principal fuente de ingresos. Es imposible regresar de España sin traer jamón serrano, habas en aceite de oliva, carne de cerdo enfrascada en manteca. De Brasil siempre traigo la maleta llena de galletas artesanales, salamis, mermelada de ají, pasas de naranja. Y no retorno de Uruguay sin traer el cremoso dulce de leche que le fascina a mi hija pequeña.
Los souvenirs gastronómicos nos permiten compartir con nuestros seres queridos un pedacito del país que visitamos, de sus sabores, olores, de su historia, de su ubicación en el planeta, a la vez que generan abundantes ingresos a las familias que los procesaron artesanalmente o a las empresas que industrializaron.
Un sachet de mermelada de babaco, frascos con trozos de tomatillo en almíbar, caimitos deshidratados, harían realmente conocido a nuestro país. Los sabores siempre llegan, el papel se queda en el camino.
Si queremos que el Ecuador emerja como una potencia turística, debemos mirar menos al Ministerio de Turismo y más a los ministerios de Agricultura, al Coordinador de la Producción, al de Industrias, para que los campesinos procesen,
empaquen y nos provean al sector turístico de los souvenirs que promocionarán los biodiversos destinos turísticos de nuestro amado país y su privilegiada posición en el centro del planeta.