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El Telégrafo
Guido Calderón

Turismo a la antigua

04 de octubre de 2015

Una gira por Europa hace inevitable sentir lo importante que es la tecnología en la calidad turística. Los cursos de atención al cliente son bienvenidos, pero no permiten superar la pobreza tecnológica de nuestra planta turística, de lo que el turista extranjero se percata de inmediato.

Basta entrar a un baño, no de un hotel lujoso sino de una estación del tren en Madrid, para sentirse muy cómodo, una moneda y se ingresa a un baño impecable, lleno de artilugios que hacen la estancia agradable y ecológica, los ahorradores de energía están en los focos, extractores, en los bactericidas autómatas que mantienen un olor agradable, los tanques de agua consumen la mitad que los nuestros, los grifos de los lavabos y urinarios son temporalizados y de excelente calidad.  

El Mintur puede insistir en que se mantengan los baños limpios y el sector turístico realmente lo intenta con un trapeador y un balde plástico, pero jamás alcanzaremos los estándares de calidad y satisfacción que da una tecnología que no tenemos, la poca que hay tiene precios exorbitantes, es de mala calidad e importarla es prohibitivo, pues mucho se difunde nuestro turismo y su supuesta calidad, pero leyes conexas no apoyan que se la alcance.

Las tecnologías alternativas en España son un gran negocio que compite con las tradicionales. En Ecuador se ofertan calentadores solares chinos de calidad y eficiencia pésimas. Ni hablar de energía eólica para iluminar al menos los jardines de nuestros hoteles. En Inglaterra los molinos de viento en las casas generan electricidad que, de no ser utilizada, se entrega al sistema interconectado, generando un ingreso económico que se acredita en la planilla mensual.

La gastronomía europea está siempre en avanzada y cautivando a los turistas a venir. La cocina de un restaurante en Galicia parece un laboratorio. Ablandadores y curadores de carne, sistemas de congelación inmediata y un sinfín de aparatos que minimizan el número de personas, aumentan la velocidad de atención y permiten la creación culinaria día a día. Frutas limpias y listas para el consumo se trasladan en gavetas plásticas, las verduras precocidas se entregan en fundas al vacío de 25 libras y el restaurante tiene máquinas surtidoras que proveen un helado, bebida o postre. En el gigantesco mercado mayorista de Riobamba, lo que no está en el suelo en sacos de yute está apilado en miles de cajas de madera que tienen un costo ecológico brutal y son motivo de explotación laboral.

Los sistemas de reservas son tecnologías inalcanzables para la gran mayoría de hoteles ecuatorianos, pero si usted va a visitar una ciudad medieval  de calles peatonales como Toledo, puede reservar y pagar el espacio para su coche con anticipación por días u horas y salir a caminar tranquilo el mundo de los caballeros de armadura.

No se vaya a pensar: sí, allá tienen tecnología, pero acá tenemos lindos paisajes. Las bellas y limpias reservas naturales españolas proveen al turista una app donde se indican los senderos, sus distancias, nivel de dificultad, atractivos, miradores, alturas, especies y es imposible que un turista se pierda o muera, algo de lo que no podemos jactarnos. (O)

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