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El Telégrafo
Simón Valdivieso

Tres crímenes…

05 de mayo de 2023

Tres crímenes, tres poderes. La gota que derramó el vaso para poder borronear lo que me permito compartir, es ese “espíritu de cuerpo” que nació de un grupo de asambleístas, defendiendo al coideario y colega acusado de haber violado a una mujer de diez y nueve años, encendiéndose la hoguera en contra de la víctima en las redes sociales y al parecer tuvo algún efecto en la decisión judicial, lo cual generó variadas reacciones. Y claro la justicia ecuatoriana en entredicho una vez más.

Y es que el asambleísta de poncho rojo y poncho dorado, Peter Calo de las huestes del movimiento político Pachacútec detenido con las manos en la masa pese a que la Fiscalía pidió la prisión preventiva y pensaríamos estuvo argumentada, la jueza no lo dispuso, por lo que en ese momento recordamos a un ex presidente de la Corte Suprema de Justicia cuando dijo que “la justicia es relativa”, es decir “para los de poncho”, lo cual causó revuelo, quedó acuñada para la posteridad y para enrostrar las falencias del sistema mestizo de justicia. Sin embargo, hoy, vemos que el poncho rojo con poder político ya no es el poncho de antes y quien lo porta tampoco se saca el sombrero como al de antaño se le obligaba hacerlo cuando ingresaba a una dependencia judicial, una aberración de una sociedad racista.

Somos de aquellos que respetamos las decisiones judiciales cuando están motivadas, aplaudimos al profesional que triunfa en buena lid, pero condenamos aquellas en las que la resolución es producto del tráfico de influencias y no se diga cuando quien “pide el favor” que equivale a una orden, porque está en la cúspide del poder y tiene la sartén por el mango, como por ejemplo cuando el violador de una adolescente, cuyo delito se cometió en el departamento del influyente personaje de la política y justicia ecuatoriana, existiendo una petición de acusación formal por parte del fiscal, éste se retracta y lo peor de todo la jueza que había señalado fecha para la audiencia de formulación de cargos le hace caso. Es decir, aquí cabe aquella vieja sentencia popular de que el gallo de arriba se ensucia en el de abajo toda la noche, eso es tráfico de influencias hoy previsto como delito, y de la mano la impunidad de otro acto horrendo por la presencia del poder y una víctima más de un crimen execrable como es el de violación, humillada para siempre, huérfana de justicia.

Y claro no podía faltar el poder económico que se ancla en el poder del político con toga, cuando el viejo verde de mandil blanco que abusa sexualmente de una mujer, sale a través de su defensa a desmentir y mentir en los medios de comunicación, llegando al extremo de contar el resultado de una diligencia dentro de una investigación que tiene el carácter de reservada, poniéndose al filo de la comisión de un delito, y sobre todo mancillando el honor y el buen nombre de la víctima, olvidándose que la víctima tiene un derecho inmenso que es el de no ser revictimizada. Otro delito que por el peso del influyente político con toga quedará en la impunidad.

En buen romance, el tinglado del poder a través de la “defensa profesional”. Y por eso aquella sentencia “date a la fama y échate a la cama”, no por lumbrera sino porque su mejor cliente es el señor que tiene el poder, y de ahí que, “si conciencias vemos que comemos”, nos recuerda la impertinente abuela de la casa. Tres abusos sexuales nacidos de tres poderes.

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