Al menos dos leyes físicas contemplan el entendimiento del universo material: la materia se conserva en la infinitud y solo se transforma en energía (Lavoisier), por tanto el universo es infinito y eterno, está compuesto por átomos con cargas positivas o protones y cargas negativas o electrones. La física de partículas va más lejos; propone la existencia de antimateria, esto es, protones cargados negativamente (antiprotón) y electrones cargados positivamente (positrones), así como la conformación de átomos de antimateria y moléculas más complejas de antimateria, por ejemplo anti-hidrógeno. Su unión propicia una liberación de energía poderosa, que probablemente produjo la gravedad repulsiva o energía necesaria para expandir el universo, en contra de la gravedad que tiende a unirlo.
Entonces, el universo conocido se originó en una liberación de energía producto del choque entre materia y antimateria. La antimateria explicaría también un universo en espejo o paralelo. No se entiende bien aún por qué el universo se formó de materia y no de antimateria.
La producción de antimateria en laboratorio cuesta unos 60 mil dólares por miligramo, consiguiéndose solo un 1% estable. Por esto es realmente importante la creación, estabilización y almacenamiento de antimateria lograda en estos días por el Laboratorio Europeo de Física de Partículas, que durante 16 minutos mantuvo 309 átomos de hidrógeno y los estudió.
La antimateria ha inspirado literatura y cine de ciencia ficción. Pero el uso real de antipartículas está extendido actualmente en medicina: en la Tomografía por emisión de positrones, en la investigación para terapias contra el cáncer, donde los antiprotones son cuatro veces más efectivos que los protones en la destrucción de tejido canceroso.
El mayor interés por la antimateria es su uso como combustible, pues la aniquilación de una partícula con una antipartícula genera energía diez mil millones de veces mayor que la generada químicamente y diez mil veces mayor que la fisión nuclear. Con 10 miligramos de antimateria se propulsaría una nave a Marte. El uso bélico de la antimateria sería devastador, ya que un gramo (que daría luz a Nueva York) produciría el mismo efecto que la bomba de Hiroshima.
Los estudios de materia-antimateria tienen un contenido filosófico esencial al tratar de entender y conocer la base material y científica de la existencia del universo, regido por leyes físicas, químicas e incluso ahora biológicas, y no originado en falsas explicaciones míticas o religiosas.