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El Telégrafo

Tras la consulta

18 de mayo de 2011

Con el evento electoral del sábado 7 de mayo, la discusión cotidiana previa se vio politizada desde las más diversas orientaciones. Tal debate todavía se dilata en nuestro país en el fragor de los resultados aún no oficializados, pero que, sin embargo, arrojan una tendencia favorable a la tesis gubernamental, aunque con un margen inferior al esperado por el presidente Rafael Correa. 

Pese a que el contenido de las preguntas de la consulta popular tuvo un alto enfoque jurídico, en buena parte el elector/a esgrimió cada una de ellas, desde el razonamiento. Más aún en temas relativos al sistema de justicia, afiliación a la seguridad social, responsabilidad mediática, relación banca-medios. A ello se añade, en una lectura inicial, que el ciudadano/a común emitió su voto con alguna dosis de protesta por la actitud altisonante del Ejecutivo, por las descalificaciones e insultos de los allegados al régimen correísta. Esto, proveniente, especialmente, del malestar de la clase media. Aquello no intenta, tampoco, reducir la adhesión ciudadana al proyecto de la Revolución Ciudadana, pero, de alguna manera, sí expresa su incomodidad. En esto, los medios de comunicación privados asumieron un papel determinante, ya que incidieron en la decisión del electorado.

Por su parte, la oposición no debería celebrar los resultados de la consulta, ya que el porcentaje del No, si bien objeta la expectativa gobiernista, no reproduce un apoyo expreso a la vieja práctica política, reproducida en los Gutiérrez, Viteri, Páez, Montúfar, y demás, que están muy lejos de convertirse en una opción política contradictoria que fortalezca el equilibrio democrático, por su carencia de liderazgo nacional y de discurso propositivo. Y, con ellos, paradójicamente, se han sumado facciones minoritarias de izquierda que sobreviven con agenda particularizada e intereses gremiales y grupales propios.

El Movimiento PAIS, ala política del Gobierno, debe ejercer, puertas al interior, un ejercicio de autocrítica. Ponderar los avances del proceso de cambio y también diseñar las rectificaciones ante los errores cometidos en el camino.

Hay que aceptar que las rupturas y alejamientos con ex aliados y grupos políticos afines no es un buen negocio. Así como deben reconsiderarse los nexos con el movimiento indígena y otros sectores de la tendencia, por menores que sean. Otro aspecto pendiente es la valoración del trabajo de los gobiernos locales y seccionales de PAIS y la evaluación de los funcionarios gubernamentales, quienes deben responder al proyecto del Buen Vivir y no a aspiraciones particulares.

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