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El Telégrafo
Verónica Montúfar

Todos somos víctimas

26 de noviembre de 2018

El movimiento mundial #Metoo ha revelado que el acoso y los ataques sexuales forman parte de la vida profesional de la mayoría de las mujeres. Pero este enfoque, iniciado en Hollywood, no debe hacernos olvidar todas las demás formas de violencia que sufren las mujeres en el mundo del trabajo.

Acoso sexual, amenazas, insultos, discriminaciones, pero también órdenes contradictorias o aislamiento se convierten en parte “natural” de las relaciones de trabajo; más aún cuando muchas mujeres no se atreven a denunciar a su agresor, por no saber a quién acudir o por miedo a perder su empleo.

Aunque los hombres también pueden sufrir violencia y acoso en el trabajo, los estereotipos en las relaciones de poder hacen que las mujeres sean más vulnerables. Y para muchas, no hay alivio en el hogar, ya que la violencia doméstica también es parte de su vida, es el caso del 35% de mujeres del mundo.

Este problema acaba teniendo consecuencias en el bienestar físico y psicológico de las trabajadoras: ansiedad, depresión, ataques de pánico, trastornos del sueño, problemas con la atención y la memoria. Esta situación puede llevar a dejar el trabajo o renunciar a trabajar, lo que se traduce en una discontinuidad del empleo con consecuencias para los ingresos presentes y futuros (menos derechos a pensiones).

Si bien la violencia laboral afecta a todos los sectores, el de la salud —en donde predominan mujeres— es el que mejor ilustra la gravedad de la situación. La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que la violencia en este sector es la cuarta parte del total de las agresiones en el trabajo. Un informe en Estados Unidos revela que el 54% de las enfermeras reportaron violencia dentro de los siete días de su participación en el estudio.

Cuando se les pregunta de dónde viene la violencia, apuntan a pacientes y visitantes, por un lado y a compañeros y superiores jerárquicos por el otro. El 25 de noviembre en el Día Internacional contra la Violencia a la Mujer, recordamos que el deterioro del ambiente de trabajo, la desregulación y desarticulación del sector público para entregarlo a los capitales privados es una de las principales causas que ocasionan violencia en los servicios públicos. Acabar con ella es el asunto de todos. (O)

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