Ecuador enfrenta dos tareas políticas estructurales: recuperar procesos de institucionalización y mejorar la calidad de la administración económica. Independientemente de si los actores políticos son de izquierda o derecha deberían darse cuenta de que ambos objetivos favorecen a la democratización y a la racionalización de la participación política. Hay decenas de formas de hacerlo, sin embargo, sugiero dos caminos que al menos deberían debatirse.
En primer lugar, la institucionalización del país no solo pasa por reformas estatales sino -además- por el fortalecimiento de organizaciones políticas que deberían canalizar demandas sociales. En específico, los partidos políticos deben recuperar su legítimo rol de agentes ideológicos de cambio. Sin la existencia de estos, la participación política pierde su cauce y mecanismo de concurrencia. Los partidos deben atreverse a delinear mejor su horizonte filosófico, formar bases con herramientas didácticas y atractivas y, sobre todo, respetar las normas internas que eviten la creación de visiones unipersonales o cacicazgos.
En lo económico se requiere mejorar la transparencia de la información. Gran parte de los debates pierde energía por la ausencia o bajo de acceso a datos, reportes, balances y hasta motivos para cambios metodológicos. Todos perdemos si estamos menos informados. La responsabilidad es de los administradores de información y estadística pero, además, se requiere que la ciudadanía y sus representantes políticos demanden más y mejor. Luego hay que recuperar discusiones sobre sostenibilidad económica: es fácil escuchar a la derecha repetir “austeridad”, sin complejizar que esa fórmula ni ha sido exitosa ni se puede aplicar por sí sola.
En la otra vereda, las propuestas parecen quedarse en justificaciones de gasto público, sin ejercicios sinceros de autocrítica.
En síntesis, hay que fortalecer esfuerzos de institucionalización, asumir responsabilidades y no caer en el típico facilismo de culpar de todo al Estado. (O)