Tres actos de alarma en el seno de nuestra universidad ecuatoriana:
1. Una Subdecana se permitió comentar sobre Supermercados y de nuestros hermanos indígenas. Recomendaba adquirir víveres en distribuidores y no a quienes los cosechan. Lo relevante: un absurdo y desde luego sin rigurosidad; exacerbaba ánimos (en octubre 2019), y tendía a dividir.
2. Un vicedecano presentó denuncia (lo correcto, demanda) ante el decanato al que pertenece, afirmando haber sido irrespetado por un catedrático. Básicamente indica que el catedrático no se dirigió a él “de manera adecuada” (manifiesta que hubo trato “de tu”; y dirigiéndose como “Apreciado…”), subrayando que él es “vicedecano…”. Lo relevante: intentar iniciar un proceso administrativo de sanción por insignificancia. No me sorprende: hay quienes tienen una magnitud tan reducida de amor propio que les hace falta que los demás no le permitan olvidar el cargo ostentado para así llenar ese vacío.
3. La presidenta del Consejo de Educación Superior, Catalina Vélez, con título académico de cuarto nivel (doctor): en una comparecencia virtual de Legislativo, luego de su intervención, manifestó (su micrófono estaba abierto): “(…) qué cholo que está con ese fondo blanco (…)”; se refería al legislador Jimmy Candell, quien en su fondo había colocado un diseño institucional. Él no reaccionó y continuó su trabajo. Por su parte, ella, en una comunicación prácticamente buscó justificarse, y pese a afirmar que se expresó inadecuadamente jamás ofreció disculpa alguna, ni a quien se dirigió en su momento ni a quienes pudieron, de cierta manera, sentirse “incómodos”.
Tales actos merman prestigio y promueven alarma. De crianza en principios y valores es propio aceptar el error y disculparse. Ella no lo hizo así. En lo que a mí respeta, a nombre de ella: le ofrezco disculpas al legislador Candell y a quienes se “incomodaron”. (O)