Las organizaciones políticas tienen que mostrar sus facetas democráticas en estos tiempos preelectorales. Por lo que se ve, los viejos partidos y movimientos, así como los rezagos de ciertas tendencias, están en abiertas o encubiertas manipulaciones antidemocráticas. En ellos, tradicionalmente se ha escogido candidatos a dedo; es decir, los dueños de los partidos imponen los nombres, en función de sus intereses.
Para ello dividen, expulsan, crean conflictos. Otros priorizan sus odios y rencillas internas, los exacerban para sortear situaciones con miras y objetivos diferentes a sus idearios y programas. Uno de ellos, de ciertos grupos y líderes, es la coalición para la oposición al Gobierno; otros buscan febrilmente alianzas, de las normales y las otras, para ver cómo derrotan a Correa. La razón de ser de ciertas organizaciones es, pues, la envidia, el odio, la actitud visceral; no hay principios, no importa si los de izquierda buscan a la derecha oligárquica o esta los toma en cuenta y mediáticamente los apoya para los mismos propósitos.
Estos tiempos son también de maridaje y ambiciones. El pueblo ya los identifica; son los mismos de siempre, “los de la camioneta”, algunos de los cuales se han bajado, otros se han subido; no importa, hay que interferir el proceso político de la Revolución Ciudadana que arrancó exitosamente hace 6 años. Para ello es bueno hacerse de la vista gorda, para coincidir con los propósitos imperiales, o con grupos extremistas a quienes antes se los combatía.
En ese contexto, las bases de los sectores progresistas tienen un papel histórico que jugar, saliéndoles al paso a los oportunistas y mercaderes de la política, exigiendo posturas serias en beneficio del país.
Al Movimiento Alianza PAIS le toca una vez más jugar su rol histórico. A tono con la institucionalidad que creó y a la luz de sus propias experiencias, de las buenas y malas, una vez que está reconocido legalmente con 1’050.000 adherentes, más de cinco veces superior al mayor de los partidos registrados, debe acelerar y transparentar los procesos organizativos y mecanismos democráticos para las selección de candidatos. No puede repetir los vicios del pasado, tiene que practicar en forma inteligente la democracia participativa que pregona.
En consecuencia, los diversos grupos y movimientos que la integran deben hacer causa común, privilegiando el objetivo de la unidad, sin exclusiones, peor imposiciones. Sin maniobras ni triquiñuelas, sin cálculos oportunistas ni proyectos personales. En este marco, los acuerdos son condición fundamental para discutir nombres de candidatos, con sentido de equidad y tomando en cuenta los diversos grupos, sectores y territorios, incorporando en estos procesos a los movimientos sociales y políticos afines a la Revolución Ciudadana, sin dejar de evaluar méritos, conductas y la gestión desempeñada.
No debe caer en el atolladero de la masificación de candidatos y debe aceptar como principio rector para las decisiones finales y trascendentes el centralismo democrático.
Esto supone buscar coincidencias en nombres con reconocimientos ciudadanos, de la militancia y organizaciones, para promoverlos y la adopción de mecanismos idóneos de selección, con el objetivo de tener un sólido bloque de parlamentarios. Para ello hay que unificar iniciativas y esfuerzos, buscar justos equilibrios entre movimientos, grupos, gremios, territorios y sectores, así como distritos, cuando corresponda.
La organización de esa masa de adherentes y, entre ellos, los permanentes, que son los afiliados, deben ser la prioridad, para incidir de mejor forma en los 5 millones que votan permanentemente en favor del proyecto político.
Es indispensable para profundizar las reformas y emprender otras, pero sobre todo para defender el proceso que está en la mira del imperio y la oligarquía, que utiliza agentes y medios, fundaciones y líderes para interferirlo, desprestigiarlo, sabotearlo y, por fin, liquidarlo.
Que en estos tiempos se busque el gran objetivo de la patria, el bienestar del pueblo, la soberanía nacional y el desarrollo del país, mas no intereses sectarios, mezquinos y egoístas, que, de haberlos, deben ser denunciados, combatidos, derrotados.
Por la Patria y el Pueblo, unidad en la organización y acción. Alianza PAIS, adelante.