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El Telégrafo
Rosalía Arteaga Serrano

Sí, pero…

09 de abril de 2019

A lo largo de Los tiempos y tal vez ahora con mayor frecuencia y asiduidad, encuentro que la gente está tan disconforme con lo que tiene y a la vez tan pesimista que incluso cuando reciben una buena noticia, le encuentran el lado negativo, dejando hasta de disfrutar del placer que ella entraña y de las cosas positivas que ocurren en la vida.

Hace poco discutía con una persona a quien le regalaron un carro, ya que al felicitarle me dijo, sí, pero… es muy chiquito, lo van a chocar fácil, el que lo maneja es totalmente inexperto, y así poniendo toda una serie de peros a una noticia que normalmente debía dejarla feliz, contenta, máxime si la alternativa era no tener un vehículo en el cual desplazarse.

Creo que mucha gente adolece de ese pesimismo crónico que impide avanzar en la vida, disfrutar de las pequeñas cosas que la componen y solo esperar por los grandes acontecimientos. Cuando la vida es en realidad llena de pequeños detalles, de cosas aparentemente insignificantes, que van colmando la vida de esa especie de tesoro que son los tiempos compartidos, las puestas de sol o los amaneceres, la sonrisa de los hijos, de los nietos, de los sobrinos, el agarrarse de las manos y simplemente caminar.

A veces hay un empecinamiento en ver qué es lo que posee el vecino o la hermana, sin apreciar lo que se tiene en las manos; es como quedarse mirando, como decía mi padre, al niño que  come un helado, disfruta de cada cucharada de sabor o la porción que capta la lengua, mientras el propio helado se les derrite entre las manos, y, cuando se dan cuenta, ya lo han perdido y se quedan solo con las manos melosas y la ropa manchada.

Dejemos de lado los Sí, pero… y apreciemos cada pequeña cosa que nos ocurre en la vida, así, cuando pase el tiempo, la tendremos llena de motivos agradables y no de posibilidades insatisfechas.

¡Qué diferente sería la vida si nos enfrentamos a la misma con una dosis de optimismo, de aproximación proactiva! ¡Qué diferente sería el transcurrir de los pueblos y los quehaceres en comunidad!.

La práctica de actitudes, de comportamientos, puede parecer al comienzo algo complicado, pero conforme nos vamos acostumbrando, sentimos   cómo nos resulta siempre más fácil y placentero adoptar una nueva forma de hacer, de decir y de sentir las cosas. (O)   

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