Aunque la altura de Quito le jugó una mala sorpresa, el célebre Theotonio Dos Santos vino —la semana pasada—, a presentar el libro “Repensar América Latina: América Latina y el Caribe: Escenarios posibles y políticas sociales” (Flacso, Unesco, 2012).
El profesor Theotonio Dos Santos encarna el espíritu crítico de nuestros intelectuales. Gracias a ese espíritu pudimos precisar, por ejemplo, los límites de la industrialización sustitutiva de importaciones.
Su crítica ha contribuido, además, a definir los derroteros del socialismo latinoamericano, distinguiendo entre lo que debería ser un régimen social y económico socialista, el movimiento social (la práctica socialista real) y el socialismo como ideal de convivencia humana. Un poco como diferenciar el camino posible y la meta anhelada.
Su obra y su vida nos recuerdan, en forma constante, dos aspectos que suelen olvidar con frecuencia los investigadores del capitalismo contemporáneo: primero, que este es un fenómeno planetario, global, que ha generado ganadores y perdedores, lo cual nos conduce a valorar, en toda su dimensión, la importancia de la escuela analítica del sistema-mundo, que llama Wallerstein; y segundo —que también es importante—, a admitir que el análisis del capitalismo es estéril, si no se asume una posición práctica y comprometida.
No veo límites a la Teoría de la Dependencia en su vertiente marxista (la de Dos Santos, Vania Vambirra y Ruy Mauro Marini). Veo que es más “peligrosa” para el capital y, por ende, menos fácil de ser asimilada, que la vertiente más weberiana (la de Fernando Henrique Cardoso, quien fuera presidente de Brasil antes de Lula).
Desde que esta teoría comenzó a tomar cuerpo en Latinoamérica, en forma sistemática, ha tratado de ser postergada y, a veces, acusada de “poco rigurosa” en la academia, y otras veces aniquilada por la fuerza, como ocurrió en el Chile post-Salvador Allende.
Lo que sí es indudable es que, en América Latina, la mirada dirigida a las estructuras sociales y económicas desdibujó una reflexión más profunda sobre la sustentabilidad ambiental, constituyéndose, hoy, en el gran reto de las ciencias sociales.
El estructuralismo, el neoliberalismo, e incluso, ahora el posneoliberalismo se constituyeron en claves de lectura e interpretación que fueron apropiadas y resignificadas por distintas propuestas políticas en América Latina y que tuvieron destinos diversos.
Estas claves dieron paso a diferentes formas de organizar los Estados y las sociedades.
Tales apuestas intelectuales, como la realizada por Dos Santos, deben servir para descifrar las múltiples complejidades de la crisis actual.
Ahora, como ayer, las ciencias sociales son cuestionadas por los hechos, como también lo fueron durante la debacle
neoliberal.