De ese país rico en petróleo se han nutrido, explotándolo a mansalva, las viejas potencias imperiales. Gadafi expulsó a la monarquía entreguista del poder y las bases militares extranjeras. Se la juraron. Lo invadieron una y otra vez; atentaron contra su vida, asesinaron hijos y nietos. En décadas no pudieron.
Ahora, con la fuerza brutal de la OTAN, con el liderazgo de EE.UU., y apoyo de Inglaterra, Francia e Italia, invaden ese país y utilizan “rebeldes” mercenarios pagados con dineros asaltados al pueblo libio, para masacrarlo. Buscan atracar nuevamente el petróleo (44.000 millones de barriles de reserva, 1,5 millones de barriles de exportación diaria) y unos $200.000 millones en dineros “congelados”, o más bien buena parte ya atracados por los bancos de aquellos.
De eso se trata. Por ello la masacre, que a lo largo de 6 meses registra decenas de miles de víctimas, después de masivos e indiscriminados bombardeos. No sorprende. Los colonialistas ya antes en Irán y Afganistán asesinaron más de un millón de hombres y mujeres, incluyendo niños y ancianos. Así mismo, los pretextos eran torpes, el genocidio de los dictadores, el terrorismo, las armas nucleares, etc. ¡Qué ironía! los terroristas “cuidan” a los pueblos de las dictaduras expoliándolos y asesinándolos. El verdadero fondo, el petróleo.
Nuevamente la envejecida ONU al servicio de los imperios “occidentales y cristianos” es la garante del masivo asesinato y del robo y ya está organizando “la reconstrucción”, con la cual habrá más saqueo. Y los “rebeldes” organizan el Consejo Nacional de Transición, repleto de traidores, con órdenes directas de Obama, Sarkozy y Berlusconi, así como de los gorilas de la OTAN, con los ingleses a la cabeza; y sin pudor cambian la bandera libia e izan la de la monarquía, es decir la que añoran las multinacionales y los países atracadores.
Una vez más mandan al tacho de basura los principios de autodeterminación y no intervención, y se impone la ley de la selva y el terror. Y otra vez el control mediático que desinforma y miente, y los juicios sumarios para matar patriotas, con el apoyo de “cortes internacionales” amañadas.
La humanidad repudia la agresión a Libia, el terror de la OTAN y el saqueo de sus riquezas. Nuevamente se impone la lucha de los pueblos del mundo por un nuevo orden internacional, de paz y solidaridad, lo que implica derrotar al poder imperial.
Los pueblos, que deben tener los gobiernos que decidan, tienen la última palabra. En el caso de Libia, guste o no Gadafi, el suyo debe decidir su destino y no las mafias internacionales.