El sistema de educación superior del país, deberá buscar y repensar desde el lado empresarial y de la sociedad, de la mano de la Ley Orgánica de Educación Superior (LOES), requiere; de nuevos profesionales con habilidades y destrezas que establecen los estándares educativos.
Las universidades, en conjunto con la sociedad moderna, necesita elaborar productos competitivos para los mercados del mundo, así como profesionales, científicos e investigadores, capaces de ir más allá de nuestras fronteras. En otras palabras, la universidad esta llamada a impulsar la sociedad del conocimiento.
El escenario de los últimos años, donde las aspiraciones de los estudiantes, son trasladarse hacia otros países para cursar una carrera de pregrado o posgrado universitario. Una ola de movilidad, ha fortalecido el desarrollo de nuevas modalidades de estudios, como la educación a distancia, redes virtuales de aprendizaje, poco visualizado en Ecuador, antes de la pandemia por el COVID-19.
Al respecto, las universidades deben reorganizarse y pensar en las necesidades de enseñanza y capacitar a sus estudiantes y futura clientela, con una visión cada vez más diversa. Estudiantes que cada vez más trabajan que estudian, estudiantes a medio tiempo, estudiantes de fin de semana, estudiantes que viajan frecuentemente.
En este sentido, la reforma educativa superior, ha vivido una crisis debido a la politización en instituciones públicas y un tanto en privadas, por pretender amasar la autonomía como “independencia de los gobiernos de turno”. Es decir, sin control en la oferta académica, solo para captar una mayor cantidad de estudiantes y la proliferación de universidades, para satisfacer el ego centrismo de políticos.
En conclusión, no se puede asegurar que las reformas a la LOES, logren suficientes cambios, pero si puede agudizar profundas brechas en lo académico, científico y tecnológico. Sino se piensa en lo logrado en la transformación del sistema universitario desde el 2008.