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El Telégrafo
Carol Murillo Ruiz - cmurilloruiz@yahoo.es

Telesur

07 de diciembre de 2015

Durante mucho tiempo se ha dicho que tener y difundir información es una forma de poder, y que los medios privados son parte de la matriz de un pensamiento/negocio único basado en el manual liberal más o menos clásico. Poco ha cambiado esa perspectiva si miramos con atención cómo las cadenas privadas —nacionales e internacionales— han informado, por ejemplo, sobre los resultados electorales en Argentina o las previas de las elecciones de ayer en Venezuela. La línea conceptual se afirma en la orientación ideológica de la noticia, es decir, periodistas, enfoques y especialistas prescriben el menú mediático. Nada de esto debería ser censurado aunque sí acotado pues señala la endogamia del capitalismo contemporáneo.

Pero tal escenario creó la necesidad de tener otros medios que balancearan la información de los hechos producidos en nuestra región precisamente hace 10 años. Nuestros procesos políticos debían ser comunicados y examinados desde una dimensión distinta; porque ya sabíamos que los viejos medios eran parte del poder consuetudinario que conducía nuestros débiles Estados y que lo inteligente era crear una plataforma comunicacional acorde a los tiempos y a la tendencia que iba consolidando los cambios en nuestros países.

La necesidad era obvia y Telesur surgió hace 10 años como una vía alterna de información y análisis. Nunca se ocultó su intención de sostener y apoyar los procesos políticos progresistas que crecían en la región y en Venezuela principalmente. Nunca se negó que la comunicación, en los códigos tecnológicos usuales y modernos, ha sido un imperativo para que la población regional conozca todas las aristas de la política y sus protagonistas. Y nunca se lo hizo porque era urgente que las audiencias supieran que los medios expresan también lo que en política se conoce como correlación de fuerzas. En ello la posición de Hugo Chávez fue esclarecedora.

En concomitancia, la nueva integración regional devino en un factor que estimuló la creación e itinerario de Telesur. Con los años hemos visto cómo la televisora, con la profesionalidad que el caso amerita, se ha convertido en un espacio que expone, confronta, destila y refuta la información que reciben los latinoamericanos —aquí o en otros continentes— de las transnacionales mediáticas, supuestamente independientes. Quizás la tarea implícita de estas audiencias sea la comparación de noticias y análisis que en cada emisión se proyecta; porque nada hay más significativo que tener datos y referencias con los que se pueda contrastar y desmitificar lo que se cree y se piensa sobre cualquier tópico dentro y fuera de la región.

Así, más gente sabe que la complejidad de la geopolítica global tiene un enorme peso en las decisiones políticas y económicas de cualquier país o bloque, y que el rumbo general está signado por ese juego de intereses concretos. Telesur ha hecho un trabajo invaluable de divulgación al contextualizar su actividad informativa en el marco de las grandes ligas de la comunicación mundial y lo ha hecho para compensar el conocimiento y la acción de las audiencias. Una labor que debemos agradecer más allá de las palabras. (O)

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