La tecnología es la aplicación de los conocimientos científicos mediante la invención de herramientas y procedimientos “que permiten diseñar, crear bienes, servicios que facilitan la adaptación al medio ambiente y satisfacer tanto las necesidades esenciales como los deseos de la humanidad”.
El progreso tecnológico, en la agricultura a partir del siglo pasado expresada por el aumento de los niveles de producción de los cultivos, materia prima indispensable para la sobrevivencia humana es sorprendente y ha dado como resultado el acrecentamiento extraordinario de la productividad (producción por unidad de superficie). Esta denominación (productividad) ha suplantado con frecuencia el concepto de desarrollo, sin considerar los efectos negativos no esperados (externalidades) para alcanzarla, entre las cuales (como ejemplo) tenemos las prácticas de control de plagas y enfermedades de los cultivos mediante aplicaciones masivas de pesticidas y sistemas de mecanización agresivos que han ocasionado contaminación ambiental y la elevación de la temperatura global del planeta, con consecuencias catastróficas. A estos ejemplos podemos añadir la presencia de los llamados transgénicos.
Los transgénicos definen a los organismos genéticamente modificados (OGM) y corresponden a seres vivos creados artificialmente mediante procedimientos técnicos de punta que permiten insertar a una planta o a un animal genes de virus, bacterias, vegetales, animales e incluso de humanos.
Greenpeace, una organización no gubernamental (ONG) para la protección y defensa ambiental del planeta mantiene un severo contencioso contra las técnicas invasivas denunciando que el objetivo de la biotecnología, tal como se está aplicando actualmente por las grandes transnacionales, es la de controlar la producción de alimentos, a fin de lograr mayores ganancias para empresas como Monsanto, Bayer, Syngenta, Pioneer y Dow Agroscience, las cuales, al desarrollar estos organismos, tratan de controlar los granos básicos que alimentan a la humanidad, como maíz, soya, canola, algodón, sorgo, arroz y trigo.
Las tecnologías indicadas son consideradas como de punta y se caracterizan por su precio elevado por representar una innovación frente a las tecnologías ya existentes, contribuyendo a satisfacer la demanda de alimentos ya que, de acuerdo a la FAO, para 2030 habrá más de ocho mil millones de personas en el mundo.
La pregunta es: ¿Será posible producir suficientes alimentos para satisfacer la demanda del planeta? La respuesta es afirmativa, según el informe de la FAO 2015/30.
Sin embargo, la paradoja de esta afirmación es la siguiente: los avances de la tecnología son auspiciados porque, solucionando las limitaciones alimentarias, es posible ofrecer mejores condiciones de vida para la sociedad, pero surgen cuestiones sociales preocupantes, como el desempleo debido a la sustitución del hombre por la máquina o la contaminación del medio ambiente y el calentamiento global, cuyo control requiere del financiamiento que no consta en el valor de venta de los productos primarios que tranzamos con los países industrializados. (O)