No tuve la oportunidad de ver en vivo el debate presidencial del pasado domingo en la noche, me encontraba de viaje y me fue imposible conectarme, a mi pesar, pero sí he visto algunos comentarios e inclusive sesudos análisis al respecto.
En palabras de muchos hay calificativos para este debate obligatorio organizado por el Consejo Nacional Electoral, y las palabras que más encuentro para calificarlo son: aburrido, soso, plano, alguna gente dice que hizo un gran esfuerzo para quedarse mirándolo, no se habla de ganadores ni de perdedores, se dice que hubo un empate, y otras cosas por el estilo.
Por ello bien vale la pena preguntarnos ¿Cuál es la idea de un debate en el imaginario colectivo ecuatoriano? ¿Una especie de que la sangre llegue al río? ¿Acusaciones mutuas? ¿Agresiones? Tal vez para quienes esperaban un encuentro de esa laya, el debate les haya sonado aburrido, laxo, sin esa calidad de circo al que la vieja política ecuatoriana nos ha tenido acostumbrados.
Por ello tal vez vale la pena reflexionar en que es necesario que se inaugure una nueva forma de actuar en la política, en la que las personas puedan hablar sin exaltaciones, que no quieran atacarse de manera virulenta y denostar del otro o de los otros de manera insultante.
Tal vez debamos pensar en un recomponerse del tejido social, empezando por desarmar la palabra, a ello debemos apostarle en estos momentos cruciales que vive nuestro Ecuador.
Será que los jóvenes candidatos nos están dando una lección? Tal vez, si, ya existe un agotamiento de ese modelo atrabiliario, combativo, agresivo, con permanentes referencias al pasado personal de cada candidato y se instaure un modelo diverso, con la confrontación de ideas, con las decisiones muy claras respecto a temas tan importantes para el país como la sostenibilidad de la dolarización, la seguridad con el uso, ahí sí, de toda la fuerza disuasiva de la que dispone el estado. O temas también siempre urgentes e impostergables como la nutrición infantil, la educación, la generación de empleo. Temas todos en los que necesitamos planes y estrategias que anuncien resultados positivos para un país que sufre un gran deterioro en su convivencia como nación.