Soy Agustín Intriago alcalde, hijo, amigo, hermano, padre, de Manta, manabita siempre, ecuatoriano hasta que me mataron. Los días pueden llegar a ser muy tristes, crueles, infernales. Me dispararon y todo se acabó para mí. La violencia profunda que vive mi querida patria me llevó a la tumba. Ya no soy el alcalde querido, ya no hay obras q inaugurar, ya no más palabras en mis oraciones. Silencio porque ahora me he convertido en silencio. Una tragedia me cayó encima y ahora estoy muerto: como un desierto en marte, sólo como mis miradas que ya no verán el nacer de un nuevo día. No me puedo mover, no caminaré más, ya nada más vendrá de mí. Muerte: morir es una gran carga. Tantas cosas por hacer, tanto por cumplirle a mi pueblo.
La mafia de políticos perversos con bandas delictivas me mató. El aire tiene miedo. La vida ha caído ante el miedo. Lloro mi propia muerte. Mi dolor de mi país desangrado. ¿Qué más va a pasar? Estoy muerto y acompaño a mi pueblo ante el dolor de mi muerte. Muerte, muerte me has llevado muy pronto muy pronto.
He descendido a la muerte. Ya no está el tiempo ni las metas ni preocupación del presupuesto. Todo se acabó, para mí es el final pero no es el final para el país. Si sales a la calle te roban. Ahora te asesinan por llevarles la contraria. Los vacunadores, los secuestros, los palabras falsas de los malos políticos. Ya no hay paz. No he muerto en paz. Deseo paz para mi pueblo. No la paz de los corruptos. Amén