Decidí regresar a este, mi país, luego de entrenarme en genética médica y genética molecular humana. Las condiciones del quehacer científico en el Ecuador limitan desplegar todos los conocimientos adquiridos. He trabajado para que la investigación biomédica nacional se incremente y deje de representar solo el 0,02% de la producción mundial anual en ciencia.
Ecuador ha tenido altos y bajos en el apoyo directo a la investigación. Al inicio, con Conacyt, pasamos por programas, préstamos no reembolsables, proyectos concursables y más fórmulas para impulsar la investigación nacional, con poco éxito. Los fondos para investigación fueron los primeros en desaparecer cuando el país tenía problemas económicos.
Con nueva orientación del Estado, confiamos en mayor apoyo al desarrollo científico. Desde 2006, refundada la Senescyt, con un Plan Nacional de Desarrollo, la Senplades y la decisión del Presidente de la República, se apuntó al talento humano, a la Ley de Educación Superior, priorizando la investigación, al desarrollo de Yachay, al fortalecimiento de los institutos de investigación públicos y a uno que otro programa de investigación aislado; lastimosamente, muchos de los investigadores que algo hacemos por la ciencia nacional estamos huérfanos de apoyo real y constante, para que nuestras investigaciones continúen con presencia internacional.
Existe un lamentable divorcio entre el sector público y el privado en investigación. No ocurre lo mismo en otras áreas; por ejemplo, hay alianzas con los sectores productivos, de la salud o de la construcción. Los pocos centros que hacen investigación pública están desarticulados y aún no vemos su producto científico. Algunos centros privados tienen sustento financiero importante, pero no suficiente, de ahí la necesidad de alianzas con el Estado. La investigación nacional se ha limitado al tamaño del presupuesto y no a elevados objetivos, con el consiguiente bajo impacto.
He esperado 25 años a que el Estado y sus instituciones de investigación, junto a las pocas privadas que investigamos seriamente, se unan con el mismo propósito: dar respuestas propias, con ciencia e investigación, a las necesidades del país.
Entre los proyectos frustrados que la investigación podría aportar a la ciudadanía y al mundo están: biodiversidad genética (incluida la humana), genética de las discapacidades, enfermedad de altura, variantes en cáncer y determinantes poblacionales. Urgen programas de reinserción de investigadores, implementar tecnología moderna e inyectar dinero. Esto requerimos ahora.