Las crisis económicas que sacuden, y trituran, al mundo desarrollado, en las que las quiebras de los bancos han dejado en la calle y viviendo como indigentes a millones de hombres y mujeres, ha provocado que ser banquero sea casi una mala palabra. Los especuladores financieros son, sin duda, los nuevos terroristas; son los que provocan, a diario, la caída de centenares de torres financieras que enriquecen a unos pocos y vuelven miserables a muchos. Ahora mismo en más de 600 ciudades de 80 países se realizan plantones de los llamados indignados. Y en la propia Wall Street, centenares de ciudadanos protestan por el insostenible sistema financiero mundial: “Dejaremos Wall Street cuando ellos dejen nuestros bolsillos”; “Impuestos para los ricos, no para los pobres”; “Ignora los medios de comunicación, edúcate a ti mismo”; o “Primavera árabe, verano europeo, otoño americano, invierno chino”.
Por eso sorprende que, en nuestro país, un banquero haya iniciado un largo camino de inserción política: “No temo a ningún desafío”, ha dicho Guillermo Lasso, intentando esbozar la misma sonrisa, de pasta dental, que ostenta en los comerciales de su banco. En el mundo actual “jamás un banquero será presidente”, se escucha decir con frecuencia.
Efectivamente, miles de ecuatorianos aún no pueden superar el trauma que implicó la quiebra y posterior salvataje bancario del 98-99. Aún reclaman, no solo sus ahorros y depósitos, sino que se sancione a los culpables. Por eso llama la atención que la oposición vea en el banquero Lasso una opción para las próximas elecciones. Una candidatura de extrema derecha, basta ver quiénes lo acompañaron en su investidura como doctor honoris causa en una universidad quiteña: José María Aznar, del Partido Popular español, quien también recibió el doctorado, y los representantes de la vieja partidocracia. Y claro, los dos -Aznar y Lasso- hablaron de respeto a las libertades. ¿Será posible hacerlo, cuando el PP español es el que menos respeta las libertades? Basta conocer lo que acaba de suceder en España, cuando los delegados del PP al directorio de radio televisión española lograron una resolución que confería al directorio la potestad de “revisar” las informaciones antes de publicarlas. Solo una amenaza de paro de los periodistas logró que se deje sin efecto este intento de censura. Y lo que es más, el PP en varias comunidades españolas, en las que gobierna, para superar la crisis lo primero que ha hecho es reducir el gasto social y la inversión en educación y salud.
De ahí que el camino no será fácil para Guillermo Lasso, tanto que cabe preguntarse: ¿será del barrio a Carondelet, o solo será al sillón de Olmedo?