Hay canciones que se constituyen en símbolos de toda una época, de toda una generación o, incluso, de todo un país. Una de ellas es nuestro pasillo “Sombras”, compuesto por el notable músico ecuatoriano Carlos Brito Benavides (Uyumbicho, 1891; Quito, 1943), sobre un texto de la poetisa mexicana Rosario Sansores.
Canción romántica al viejo estilo latinoamericano, este pasillo tiene una variedad de significaciones. Antes que nada, es una muestra notable de esa “sensibilidad a flor de piel” que expresaban las canciones de aquel tiempo, que unas veces eran una conjunción vibrante de palabras de amor y otras, como en este caso, también una suavísima declaratoria de pasión y de deseo. Quien la canta es una mujer que, en la penumbra de su pequeña alcoba, revive el erotismo de las manos de su amante recorriendo su piel a contrapelo y el fuego de sus propios besos encendiendo la boca del amado, y que teme quedarse sin la magia de esa pasión inefable.
Desde otra óptica, este pasillo es una de las cumbres de nuestro nacionalismo musical, ese que se inició en la segunda mitad del siglo XIX, como parte de las búsquedas de una nueva identidad republicana, y que alcanzó su plenitud en las primeras décadas del siglo XX, gracias a la formación técnica aportada por el nuevo Conservatorio Nacional fundado por Alfaro.
A mediados del siglo XX, esta canción se regó por todo el continente latinoamericano y fue cantada por los mayores artistas del momento. Y la interpretaron cantantes de fama como Chabela Vargas, Julio Jaramillo, José Luis Perales, Soledad Bravo y Alberto Cortez, entre muchos otros.
En los últimos tiempos, “Sombras” ha vuelto a conquistar los escenarios del mundo, esta vez en la voz de dos notables intérpretes femeninas, ambas españolas: la mallorquina Concha Buika, con ancestros en Guinea Ecuatorial, y la gallega Luz Casal.
Buika la ha convertido en un renovado éxito musical, cantándola en sus presentaciones por el mundo, que incluyen conciertos en Madrid, Berlín, Nueva York y México D.F. Y finalmente la ha incorporado a su bello disco “El último trago”, grabado en conjunción con el notable pianista cubano Chucho Valdés.
La interpretación de Concha Buika es verdaderamente estremecedora, digna de escucharla a solas y con secreta unción, pese a los cambios introducidos en su texto. Puede oírse en: http://www.youtube.com/watch?v=Kiftz0tGQtk. Y no lo es menos la interpretación de Buika y Casal, cantando nuestro pasillo a dúo: http://www.youtube.com/watch?v=li7GSExto0A&feature=related